Quieren destruir un símbolo que los oprimía, el
monumento que fue erigido hacia aquel presidente que duramente los había
reprimido en sus épocas de fervor idealista, golpes de su guardia en las
protestas, chorros de agua fría, persecuciones y apaleamientos habían sufrido
por defender su ideal que ahora posee sus envejecidos cuerpos, aquel presidente
ya murió, sus restos tal vez ya sean polvo, pero ese monumento aún sigue en
pie, qué hacer, sus fuerzas son débiles, ninguno trae pintura para los grafitis, son señores de
avanzada edad, cualquiera que pase por allí, pensaría que un grupo de ancianos veteranos
están contemplando con veneración la estatua de un presidente, desconociendo
que lo único que guardan en sus corazones es la aversión al leer el nombre de
ese infame cuyas fuerzas de seguridad, les hizo sentir en carne propia el dolor
de la represión.
¿Bombas?, ni hablar, en su juventud tal vez hayan
sido tan osados y amantes del caos, ahora en el cenit de su vida, no tolerarían
hacer aquello, menos aun los que son hombres de bien y respetados por la
sociedad, mientras que aquellos que fueron arrastrados a la mendicidad, no les importaría
ya caer más bajo, pero aún así, ni los ricos estaban dispuestos a arriesgarse
por conseguir las bombas, ni los mendigos reaccionarios tenían los medios para conseguirlas,
pero aun así, había un gesto de rechazo al monumento de aquel expresidente
opresor: todos, al mismo tiempo, soltaron sus orines al pie de la estatua, y
con un gesto de satisfacción, consideraron resarcida la vejación sufrida.
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