¿Cómo
la conocí? Al inicio solo por sus fotos, luego por sus mensajes, después por
como vibraba su voz al crear esa música que escuchaba cuando me hablaba por
teléfono, y unas fotos suyas que son tan
cargadas de vitalidad que pareciera que cobrarían vida mientras las miro. Amor
a primera vista, ¿Es posible amar a quien no se conoce?, la pregunta creo que
se puede responder solo con especulaciones.
Todo
comenzó con una mera diversión auspiciado por el ocio, cuando nos contactamos,
explorando el facebook, si, esa red que permite conectar gente que en el mundo
real sería improbable si quiera que nos crucemos ni aunque una manada de
individuos estén pasando por encima de nosotros. Esa es la magia de esa red
social y a la que debo algo, creo...
Mi
caso creo es ese, un día cuando decidí por fin seguir a la multitud que tiene
un alma en una cuenta de internet, le pedí a un amigo que compartiera conmigo
algunas cuentas de una que otra chica interesante, y yo de tanto insistir, me
dio al fin la cuenta de una chica, con la advertencia de que probablemente no
me llegaría a aceptar como amigo virtual.
Pasaron
unos días, creo que en realidad era algo más de una semana o tal vez un mes o
meses, no recuerdo, pero si recuerdo que un día al revisar mi cuenta aquella hermosa
joya de mujer, había aceptado mi solicitud de amistad.
Vi
sus fotos y no pudo llegar a mi memoria el recuerdo de alguna chica con similar
belleza a la de ella. Su mirada es lo que más me impacto, e hice lo que haría
cualquier chico impactado con semejante semblante: le inicie la conversación.
Pero
al inicio quizá por ser demasiado admirada por muchos más chicos que yo, que también
querían de alguna manera interactuar con ella, es que ella tal vez ni siquiera
se tomaba la molestia de leer mi mensaje. Quizá el mío quedaba sepultado entre
las cantidades interminables de conversaciones de otros tipos que al igual que
yo trataban de iniciar con ella.
Y
fueron pasando los días, en las escasas oportunidades que la hallaba conectada,
trataba de enviarle un saludo, un hola, buenas noches, buen día, a cambio
recibía siempre la misma nula respuesta.
No
así, yo lejos de resignarme, decidí continuar probando suerte, no me quita
mucho tiempo abrir una barra de dialogo y escribir unas dos o tres palabras, ya
que normalmente por día lo que escribo suelen contarse en párrafos. ¿Qué podía
perder?, es cierto que lo que podría ganar es mucho más y con creces por el
irrisorio tiempo invertido en saludarla de vez en cuando.
Y
continuaba enviándole salutaciones, y creo que por mi tanta insistencia, o
quizá por compadecerse de un pobre loco, es que me empezó a responder, quizá de
manera un poco breve pero al fin tomándome en cuenta, y aunque yo trataba de
sostener el dialogo prolongado con ella, esa hermosa dama, tan solo respondía
mi saludo y se desconectaba.
Pero
no perdí esperanza alguna… Es cierto que dicen que la esperanza es lo último
que se pierde, o que la esperanza es el peor de los males por que prolonga el
sufrimiento… Creo que la esperanza es solo una palabra sin significado temporal,
esperaba algo en algún momento.
Un
día, decidí ir un poco más lejos, ya que tiempo pasaba que habíamos iniciado
breves diálogos, y le pregunté si tal vez, solo tal vez, aunque yo preparado
para una respuesta con mucha probabilidad negativa, le pregunte si existiría la
posibilidad que hablemos por teléfono. Para mi sorpresa no solo acepto, sino
que me dio su número para que yo la llamara.
Y
fue una victoria a medias, por que seguiría teniendo comunicación impersonal
con ella, pero qué podía perder, mi estado de soltero no me impedía tratar de
tener algo con ella, y aún si no lo estuviera, no dejaría perder la oportunidad
de conocer a esa Diosa si diera lugar a hacerlo… Asi que la llamé.
-Hola me diste tu número por el facebook hace unos minutos.
-Ah hola, como estás.
-Emocionado por al fin poder escuchar tu voz, parece que todo en ti es sublime.
Y
continuamos hablando de cosas sin sentido, ella contándome lo que hacía, yo
bromeando con ella, y lo que de ella más me fascinó fue su gran sentido del
humor, ya que era diferentes de aquellas que se lo tomaban todo tan en serio,
que no tenían el sentido del sarcasmo ni la ironía, que no podían reírse de la
vida, pero ella era diferente, diferente al montón, y al hacerle una broma, tan
común en mi forma de ser, ella lejos de molestarse o incomodarse me seguía
corriente, me seguía el juego.
-¿Tienes enamorado?
-¿Por qué te interesa saberlo?
-Es que quería saber si podría llamarte en cualquier momento del día, sin caer impertinente ni incomodarte de algún modo, mucho menos traerte problemas.
-¿Y qué me dirías si te dijera que si lo tengo?
-No tendría problema, te diría que me pareces alguien que puede tener dos enamorados.
-¿Qué dices yo con dos, estás loco?, si yo podría hasta tener tres jajaja.
Y así,
tonteando, decidí ir un poco más lejos, conocerla en persona, el haberme dado su número
telefónico era una cosa, pero llegar a conocerme sí que eso era otra cosa, a
este punto ya era posible que pudiera llegar a negarse, había probabilidades de
que se niegue a conocer a un completo extraño que conoció por chat ¿quién no
desconfiaría?, pero no me iba a dejar vencer por una probabilidad sin antes
haberlo intentado, ya habíamos conversado, reído cada uno a su lado del
teléfono, conociéndonos cada vez más, y entonces le dije:
-¿Sabes?, hace tiempo que me he dado cuenta de que me caes muy bien, es agradable conversar contigo, quisiera invitarte a tomar algo para hacer más amena nuestra conversación.
-Me parece muy buena idea, pareces ser alguien divertido.
Y quedamos
para un día y lugar preciso. Llegado el día, me senté en una banca de las
muchas que habían en aquel parque, era un día sábado por la tarde, había mucha
gente, niños jugando, parejas paseando personas conversando, turistas
fotografiándose, y yo me senté a esperar, muy puntual, y la esperé, y entonces a
lo lejos divisé una hermosa figura acercarse a donde me encontraba, la
referencia de sus fotos de su facebook era innecesario para reconocerla,
mientras se acercaba su belleza y presencia eran imponentes, opacaban a
cualquier presencia femenina que pudiera encontrarse alrededor mi campo visual,
era majestuosa, su caminar deslumbrante, venía vestida con un pantalón blanco
que se ajustaba a la perfección a la silueta de sus hermosas y largas piernas,
y vestía un escote turquesa, que la hacía lucir como una joya andante, su larga
cabellera hasta la cintura era tan reluciente, reflejaba cada rayo del sol que
acariciaba su cabello; y yo absorto la miraba acercarse cada vez más, al
parecer que por mis fotos pudo reconocerme, se acercó a mi lugar,
inconscientemente me puse de pie como queriendo hacerle una reverencia, y ella
con una sonrisa que quedó grabada en mi mente, me dijo:
-Hola ¿eres el chico del Facebook no?
-Sí, que bueno que me reconociste, pensé que me ibas a confundir con un lustrabotas.
-Pero también pareces uno...jeje
- ¿En serio? Y tu una vendedora ambulante
-Oye no te pases, ¿tan mal me veo?
-No, estás incomparable.
Luego de
saludarla, me sentí el hombre más triunfal del mundo, al tener cerca de mí a
esa hermosa chica, joya de aquella ciudad, y que me estuviera acompañando era
ya lo más cercano al cielo.
Mientras caminábamos
por las calles de la ciudad, pude notar que no eran pocos los hombres que
desviaban su mirada para mirarla, ella se robaba la atención de cualquiera, y
yo era el afortunado con quien ella compartía esos momentos.
Fuimos a
tomar unos helados, entre risas y anécdotas, y comentarios sarcásticos que ella
me seguía la corriente, decidí probar un paso más allá, arriesgar algo más.
-Sabes la tarde ya dio paso a la noche, te apetece ir un rato a bailar.
-¿Por qué no?-dijo ella.
Fuimos a disco
a bailar y se notaba que había química entre nosotros, entre risas, unos
licores, nos íbamos dejando llevar por la noche. La noche seguía, estaba
embriagado por ella, y entonces ya nuestras miradas en silencio chocaban y
reflejaban el deseo mutuo por poseer al otro.
En un
momento, mientras la miraba solo me deje llevar por mi instinto animal, pegué
mis labios a los suyos, y ella no solo me correspondió, sino que sentí como me
devoraba la boca como una mujer hambrienta de besos. Estuvimos un rato en ese
ritual propio de dos caníbales que compiten por comerse al otro, mientras la
música ambientaba el lugar, mientras la gente seguía en lo suyo y no se
percataba de lo que hacíamos, entonces separé mis labios de los suyos y los
acerqué a sus oídos y le susurré.
-Ya hay demasiada gente aquí, ¿Qué te parece si vamos a otro sitio donde podamos tener mayor privacidad?
¿Qué me dijo
ella? Yo pensaba que iba a negarse y pedirme que solamente la acompañe hasta la
puerta de su casa, total, esperaba que me dijera lo que diría lo que
acostumbraban a hacer la mayoría de chicas con las que tenía primeras citas,
algo así como “recién nos conocemos, no
hay que ir muy rápido”, aún si lo hubiera hecho es obvio que hubiera
insistido, y tal vez en una segunda o tal vez tercera ocasión hubiera aceptado
acompañarme, pero no fue así, su respuesta fue definitiva.
-Claro, ya me aburrí aquí, obviamente no de ti, sino de este lugar.
Y salimos de
la discoteca, fuimos hacia un hostal, pagué por una habitación, me dieron la
llave y cogidos de la mano buscábamos el cuarto 206, y al encontrar la
habitación y antes siquiera de abrir la puerta, me pegó contra la pared y me
dio otro apasionado beso, y mientras la besaba, trataba de meter la llave en el
picaporte, entre tanto tanteo, logré ingresar la llave, la giré y pude abrir la
puerta, ella empujando la puerta con el peso de su cuerpo entró y sin dejar de
besarme cogiéndome del cuello me jaló hacia adentro, y luego de cerrar aquella
puerta vino lo mejor.