Desearía acallar a este silencio,
opacador de las calmas aguas de mis pensamientos discurrentes hacia la
serenidad, pero me apabulla, el silencio me ensordece hasta quitarme las ganas
de existir, de soñar, como una malvada liana me enreda de los pies y me arrastra
hasta el fondo del abismo, y nada me puede ayudar, quizás escuchando una voz,
una única voz podría disolver esa mano invisible que no me deja existir, cuyas
manos las siento oprimiendome el cuello hasta estrangularme.
Quizás solo un susurro diciendo
mi nombre, y ese monstruo sofocador se desvanezca en el aire. El silencio
reina, impera, y una sola palabra pronunciada por una sola persona puede
rescatarme del abismo donde soy prisionero.