Un día me encontraba
sentado a la sombra de un árbol, esperando a alguien, y me puse a pensar cosas
diversas. El lugar donde estaba reposando, me permitía contemplar a modo
panorámico uno de los bellos paisajes en uno de los bellos miradores que había
en aquella ciudad.
Hasta que un
automóvil se me estacionó frente a mí, y me bloqueó la visión, y me molesté, y
me molesté mucho, al punto que desear arrojar a ese automóvil un coctel
molotov, e incendiarlo con conductor
dentro por el vil atrevimiento de osar bloquear mi panorámica visión
paisajística, causando interrupción en mis meditaciones que auspiciaban mi
inspiración, mi paz interior y la armonía al observar un entorno natural a la
distancia.
Si, ya estaba
comenzando a encender la mecha de mi Molotov, y en ese momento se me apareció
el diablito rojo y me dijo: “Arrójalo, arrójalo, arrójalo….” Y luego el
angelito bueno también hizo presencia diciéndome:
“Si lo arrojáis, atente a las consecuencias
legales de vuestro premeditado acto, que aunque justificable, os hará lidiar
con policías, fiscales, vecinos, familiares de la condenable víctima, abogados,
jueces, y eso sin contar que si salís o no absuelto, deberéis depositar
cuantiosas sumas de dinero a los bolsillos de esos viles parásitos que
custodian el absurdo, irrisorio e innecesario
status quo. Lo más racional que debéis hacer es moveros a otro puto
sitio desde donde nuevamente podáis tener visión de ese jodido paisaje.”
Así que haciendo uso
de mi razón en lugar de mi emoción, guardé mi molotov para otra ocasión, y
pensaba moverme en busca de otro lugar desde donde pueda inspirarme
contemplando ese valle hermoso, pero viendo lo soleado que estaba la tarde
aquel día, me di cuenta que el lugar donde me hallaba, era el más fresco, el
más cómodo, y la sombra de aquel árbol, hacía que el aire debajo del el, fuera
agradable, eso sin considerar que tenía una extrema flojera de moverme de un
lugar en el que mi cuerpo reposado ya había encajado cual pieza de tetris al
punto de sentirme cómodo.
Así que estando ahí,
me resigné a continuar mis enredados hilos de pensamiento mientras frente a mi
estaba aquel automóvil bloqueándome el paisaje; no me quedaba más que mirarlo,
y lo miraba, lo miré, lo contemplé, ciertamente un magnetismo misterioso e
inexplicable me obligaba a seguir mirando ese vehículo, una fuerza que no me
permitía volver la mirada hacia otro lado.
Hasta que de tanto
mirar, mi inquieta mente comenzó a formular preguntas:
-¿Que estoy mirando?
-Un automóvil,
-¿Dónde está
exactamente aquello que yo conozco como automóvil?, ¿En la llantas, en el
motor, en los asientos? Dónde... ¿Acaso en los aros, en la lata...?, ¿en qué
lugar de ese objeto se encuentra aquello que yo reconocía como un automóvil?,
¿en la carrocería, en el motor? Entonces deduje, que el “automóvil” en si no
existía, el automóvil era solo una idea en mi mente, “el Automóvil” era el TODO
de piezas.
En realidad no estaba
en ningún lado, eso que yo llamaba automóvil, no era más que la suma de
elementos que mis ojos veían acomodados y ensamblados de una manera ordenada,
era la suma de las partes, era la suma de factores, es decir aquello que yo
veía como un auto era solamente una mera ilusión creada en mi mente para
identificar a todo un sistema de piezas ordenadas, acomodadas y ensamblados
para dar forma a un nuevo elemento destinado a cumplir un único fin: Bloquearme
la visión.
Y entonces, comencé a
mirar a mi alrededor a buscar más objetos inexistentes que creía ver, y así yo,
con cada cosa que miraba, comenzaba a formularme la misma pregunta, veía una
iglesia, una moto, una edificación, un platillo volador, una nave
intergaláctica y me hacia la misma pregunta... En qué parte de ese objeto que
veo está exactamente aquello que yo identificaba como tal, entonces comprendí
que en este mundo, solo vivimos de ilusiones, todo son ilusiones, el carro que
manejamos, la casa donde vivimos, el dinero que llevamos.
A las personas les
gusta vivir rodeados de ilusiones que de manera limitada logran explicar su
mundo, aunque la ilusión sea errada, y solo sirva para calmar su instintivo
deseo de querer siempre encontrar respuestas a todo.
Las ilusiones aunque
surrealistas, dan sensación de comodidad a las personas. Es por eso que muchas
veces, la mayoría no quieren descubrir la verdad porque les gusta seguir
creyendo lo que se acopla a su visión preestablecida del entorno, lo que encaja
en su concepto de realidad, les gusta
existir en su zona de confort.
Hay ocasiones en que
preferimos seguir creyendo una mentira a descubrir la verdad, los seres humanos
somos tan ingenuos que hasta da vergüenza que nos sigamos creyendo las mismas
mentiras vez tras vez, año tras año, década tras década, centenario tras
centenario, milenio tras milenio.
“Si hay algo que la historia nos ha enseñado,
es que el hombre no aprende nada de la historia.” Adolf Hitler.
Es por eso que
negamos ciegamente cualquier afirmación que atente contra nuestras creencias
sin analizar si dicha afirmación pueda estar en lo correcto o no. Ya sucedió
antes con gente que trajo ideas que amenazaban el estatus quo de una sociedad estancada en la cotidianeidad, esos
hombres fueron varios, y las sociedades no vieron mejor remedio que eliminarlos
antes que permitir que las masas abrieran los ojos, lo hicieron con Jesucristo,
con Galileo, con Sócrates, Giordano Bruno, Martin Luther King, Gandhi, Chico
Mendes…
Somos así de
arrogantes, somos así de egoístas, solemos atacar a aquellos que piensan
diferente a nosotros, tacharlos de locos e irracionales, y es lógico, si
alguien piensa lo contrario a la manada, será marginado por la manada.
“El individuo ha luchado siempre por no ser
absorbido por la tribu, si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces
asustado, pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno
mismo.” F. Nietzsche
Aunque a veces creo
que las ilusiones, sirven para darle un sentido a nuestra vida, creo, que las
ilusiones solo sirven para que las personas puedan sobrellevar los
padecimientos de la vida con el optimismo de que les espera algo mejor.
Los revolucionarios
luchan por una ilusión que extirpe los padecimientos de esta vida, mientras que
las religiones crean una ilusión para que todos suframos la vida en silencio
bajo la esperanza de una remuneración póstuma. Son irónicos, y a la vez
graciosos esos antagonismos, y a la vez eso explica porque toda revolución
persiguió a la iglesia, y eso explica porque la iglesia siempre condenó a los
revolucionarios.
La religión nunca es
compatible con ideas revolucionarias materialistas aunque expliquen el universo
observable, y obvie lo espiritual.
Y la religión bueno,
la religión dice que Dios es esa fuerza que mueve el universo que la ciencia
observa.
Mientras que los cristianos,
judíos, islamistas, indues (y casi todas las demás religiones) afirman que Dios
es creador de todo, Los anarquistas quieren deshacerse de cualquier idea que
implique la ilusión de un Dios, y la Ilusión de un Gobierno.
Es por eso que yo siento
católico y teniendo ideas anarquistas, no me siento ni católico ni anarquista.
Pero tal vez, aunque
pocos entiendan las deliberaciones existenciales de la Religión y el
materialismo, es indudable que hasta el más culto y el más ignorante como yo,
vivimos a diario bajo la sombra de la ilusión más grande de la que nadie
escapa, de la ilusión del dinero.
Es que pensándolo
bien, un billete y una moneda de aleaciones metálicas, son dos objetos tan
comunes, tan inertes, inútiles, bizarros, inservibles que yo no puedo creer por
qué es la causa de tanto lio en el mundo, cuál es la explicación para que el
dinero pueda ser cambiado por infinidad de cosas, decidir el destino de las
cosas, la vida o la muerte, destruir hogares, amistades, ecosistemas, al mismo
tiempo ser necesario para determinar si la vida de alguien debe continuar o no.
Ahí está la pregunta,
la respuesta es que el dinero es otra mera ilusión, somos los seres humanos
quienes le asignamos valor a objetos sin valor. Somos cada uno de nosotros
quienes damos valor al dinero a aceptarlo como un medio de cambio, somos
quienes decidimos que esos objetos inútiles sean la base de nuestra vida y
economía, de nuestro éxito, de nuestra felicidad, de nuestra denigración moral,
de nuestro estatus social, y que decidamos vivir o morir por él. La ilusión más
perjudicial es el dinero.
Se dice que la
mayoría del dinero no está impreso, sino que solo existen en las computadoras
de los bancos. Aún más ilusos somos. ¿Qué es el dinero?, dónde está el dinero.
¿Hay otra absurda
ilusión?, claro que sí, y he aquí: Los Estados, los gobiernos.
¿Qué es el estado?,
¿dónde está el estado?, ¿en los edificios gubernamentales?, ¿quién es el
estado?, ¿acaso los gobernantes?, ¿no son acaso los gobernantes los
representantes del estado?, entonces ¿a quién representan?, ¿al pueblo?
¿Quién es el pueblo?,
El pueblo somos todos, me dijeron.
¿Entonces el pueblo
es el estado?, es el pueblo entonces quien da poder a los gobernantes,
¿Entonces porque el pueblo teme a esos hombres a quienes decidieron obedecer?
¿No es más fácil quitarle el poder a los tiranos si todos decidiesen no
obedecerlos?... ¿Deberíamos temerle a nuestros gobernantes, o son los
gobernantes quienes deben temernos a nosotros quienes decidimos obedecerlos?, y
por qué siempre los dictadores hicieron lo que quisieron con la fuente de su
ilusorio poder?
¿Qué es el poder,
dónde reside?... El poder es otra ilusión, los hombres poderosos son seres
humanos de carne y hueso, ninguno es especial ni investido de dotes divinas,
sin embargo por ilusiones creadas, se les da poder para dirigir la vida de las
multitudes, y las masas cual mansos corderos, se dejan llevar. Los gobernantes
son seres humanos sin la inteligencia, el derecho, la integridad, ni la
capacidad de dirigir nuestras vidas.
Las personas llevan
en si la idea de que necesitan de alguien quien se haga cargo de sus vidas, se
han creado la ilusión de un estado, del dinero, porque se creen incapaces de
vivir sin alguien que dirija su existencia.
Las personas se
crearon ilusiones de todo, no son capaces de vivir plenamente de los sublimes
placeres que la vida ofrece, por miedo a la ilusión que les pusieron las
creencias religiosas de que se deben abstener de disfrutar la vida. Nos dijeron
que mientras más reprimimos lo que queremos, más posibilidades tendremos de
vivir después de la muerte.
Buitres!!! Esos no
son más que los Predicadores de la Muerte!!!
Bueno, debo admitir
que me considero víctima de la ilusión creada por la religión, pero eso no es
impedimento para que viva la vida como creo y pienso, estoy seguro que nada de
lo que me hace sentir bien, puede ser malo.
En fin no importa,
creo que las personas no quieren escuchar la verdad porque no quieren que sus
ilusiones queden destruidas, ya que en realidad somos como aves volando en un
cielo encadenado, tenemos la ilusión de que somos libres, cuando vivimos en una
prisión enorme y gigante que nos permite volar en los límites establecidos,
pero se nos prohíbe ir más allá de las rejas que nos mantienen presos….
…. Al final el automóvil
estacionado frente a mí, se retiró dejando de bloquearme la vista al paisaje,
pero ya la noche había cubierto con su oscuro manto todo aquel panorama que
miraba durante la tarde, ahora tenía frente a mí un inmenso valle cubierto de
tinieblas, y aunque en el cielo no se veía ninguna estrella, yo sabía que
estaban ahí; la ciudad quedó sumida en la oscuridad, iluminada artificialmente
con luces naranjas, y yo, bueno, debí retirarme.
Había pasado casi una
tarde completa sentado bajo ese árbol, ese alguien a quien esperaba nunca
llegó.
Bah -Me dije- Mejores
personas me han plantado.
Al final me levanté,
y volví a casa caminando por esas calles. Continuaba viendo ilusiones en todos
lados, ilusiones que parecen tan reales como el aire que respiro. Me fui caminando
por esa vía, pensando que tal vez este mundo sea la más grande ilusión, que
vivimos en un sueño y que con la muerte despertamos.