En las noches de insomnios, que cada vez ya son más frecuentes, a indagar empiezo, sobre el futuro incierto al que el tiempo nos arrastra imparable con sus turbias corrientes de mareas ondulantes, echo la mirada atrás, en retrospectiva y quizás descubro el origen de mi esencia que como ser humano llevo dentro, cada uno de los eventos, cada eventualidad, cada serie de sucesos extraordinarios cuyas consecuencias sembraron en mi, una a una, las semillas de este vasto bosque laberintoso de enredados senderos confusos en que se ha convertido mi mente.
Como la de verse forzado a dejar ir a una persona a quién por culpa de uno de esos eventos, hizo imposible que pueda encaminarse hacia un futuro más deseable para ambos, pero para qué engañarse, la distancia es un abismo profundo que separa dos almas, muchas veces tan profundo e insondable que nos mantiene separados por años, no es que sea imposible sortear ese abismo o cruzarlo, pero es que cada uno está tan aferrado a nuestro lado del abismo, que aunque deseáramos intentar el desafío, estamos atados a distintos elementos que de alguna manera inesperada nos detiene, no ayuda tampoco la constante comunicación, pues no importa cuánto sea, con el tiempo uno desea que se materialice frente a nosotros, aquel cuya escencia redacta las palabras que leo en la pantalla de mi celular, o dice las palabras que escucho por el auricular.
No ayuda el abismo entre nosotros, que la confianza se haya ido carcomiendo poco a poco, hasta aveces idealizar de manera negativa a quien se encuentra al otro lado de nuestro abismo.
Tal vez juntos debamos tomar un tiempo, algún riesgo inesperado, sea escapar de este lugar o esta vida, ir al tren que nos llevará a cualquier lugar donde no sea el que tengo alrededor mío, que no sea esta realidad, tal vez una realidad superior, donde muchas de las fallas e injusticias de esta, no tengan cabida en ella.
Como la de verse forzado a dejar ir a una persona a quién por culpa de uno de esos eventos, hizo imposible que pueda encaminarse hacia un futuro más deseable para ambos, pero para qué engañarse, la distancia es un abismo profundo que separa dos almas, muchas veces tan profundo e insondable que nos mantiene separados por años, no es que sea imposible sortear ese abismo o cruzarlo, pero es que cada uno está tan aferrado a nuestro lado del abismo, que aunque deseáramos intentar el desafío, estamos atados a distintos elementos que de alguna manera inesperada nos detiene, no ayuda tampoco la constante comunicación, pues no importa cuánto sea, con el tiempo uno desea que se materialice frente a nosotros, aquel cuya escencia redacta las palabras que leo en la pantalla de mi celular, o dice las palabras que escucho por el auricular.
No ayuda el abismo entre nosotros, que la confianza se haya ido carcomiendo poco a poco, hasta aveces idealizar de manera negativa a quien se encuentra al otro lado de nuestro abismo.
Tal vez juntos debamos tomar un tiempo, algún riesgo inesperado, sea escapar de este lugar o esta vida, ir al tren que nos llevará a cualquier lugar donde no sea el que tengo alrededor mío, que no sea esta realidad, tal vez una realidad superior, donde muchas de las fallas e injusticias de esta, no tengan cabida en ella.
- Estás esperando un tren, un tren que te llevará lejos, sabes a dónde quieres que el tren te lleve, pero no sabes a dónde te va a llevar, pero no te importa. ¡¡¡DIME PORQUÉ!!!
- Porque estaremos juntos.
- Porque estaremos juntos.
