Qué es el dolor que nos sume en
completa angustia, en pensamientos lúgubres que oscurece todo a nuestro
alrededor, ocultando a nuestros ojos la luz del día, y enfriando la calidez del
sol. Soy víctima del engaño, bajé la guardia que tan firme estuvo, inquebrantable
por mucho tiempo, y lo bajé voluntariamente, dejé ser seducido a pesar que mi instinto me decía que no lo hiciere, y fue
inevitablemente mi perdición, perderme por una vana ilusión.
Yo, que fui por mucho tiempo el
amo del amor, El narcisista por excelencia., el único que se vanagloriaba de no
amar a nadie, yo, el que henchido con el orgullo y el ego caminaba abanderado,
fui el que ilusamente bajó la guardia, y estoy al borde de perder la cordura
con la persona más equivocada que pude haber encontrado en mi camino. Y la
destrucción de mi felicidad fue paulatina, mi alma y pensamientos fueron
invadidos por su imagen, su persona, su ser, nada ya llenaba mi alma, su
recurrente recuerdo invadiendo mi pensamiento aturde mi paz, me sofoca, me
ahoga, he olvidado mis propias teorías planteadas, mis propios dogmas ahora
desvanecidos, y no puedo ahora sonreír, me llego a hundir en mi miseria
interior, me llego a fundir en el dolor que latente está en mí, fui empujado
por mi soledad a los brazos del ser menos indicado.
Mi mundo se fue tornando muy
oscuro, quizás muchos tras de mí se ríen de mi ingenuidad y de lo iluso que he
sido, tal vez hay uno más que lo sigue haciendo, no fue culpable nadie más que
yo, por decidir abrir mi corazón a quien no se lo merecía.
¿En qué se parece de su némesis?,
en mucho, tal vez son el fiel reflejo de sí mismos, tal vez su némesis es más
sincero por no ocultar su ser, tal vez él sea más perverso por disfrazarse de
cordero y coger desprevenido a su víctima, tal vez sus palabras solo eran
sonidos, sin respaldo en la verdad, con fachada de honestidad, fui víctima del
engaño más grande, el engaño de mi vida más vergonzoso, pues me deje engañar,
cerrando los ojos, con una fe ciega creyendo todo lo que salía de sus labios,
aún yo teniendo la intuición de que estaba caminando sobre una capa de hielo
tan delgada que inevitablemente iba a romperse arrastrándome a lo más profundo
de lo que yace bajo sí, como finalmente sucedió.
Pero ya cuando me di cuenta de la
verdad de su ser, era muy tarde, ya habíame seducido, ya se había apoderado de
mi corazón, mis pensamientos, y había hallado la puerta para ingresar a mis
sueños, la revelación de mi verdad, me dejó inmóvil, ya lo amaba tanto que
odiaba no estarle odiando, lo amaba ya tanto que toda su maldad yo lo
consideraba digno de mi perdón, aunque un yo cuerdo lo habría considerado
imperdonable, pero al fin de cuentas estaba ya desarmado, el amor que había
sembrado en mí había parasitado todo mi ser, bloqueando mi razón, vendándome
con un tapujo enceguecedor, que no me permitía percibir la realidad como es en
realidad, si tan solo yo pudiera verle como los demás le ven, creo que me daría
cuenta de lo real y volvería al sendero de mi vida, inamovible, inquebrantable,
tener al sentimiento del amor, encadenado y bajo mi control.
Quién soy yo ahora que amo a
quien no me ama, quien puede tolerar la humillación de que no me ame
profundamente, quien no pudiera dejar fluir sus lágrimas en sus brazos si no lo
apreciara enormemente, quien pudiera no sonreírle si no fueran sus ojos mi
punto débil, quien negarle algo si no fuera que en mi vida lo es todo, un eje
por sobre el cual gira mi mundo, un amor que es en justa medida, el veneno y la
medicina.
Mis versos han muerto por ti, mi
espíritu anarquista busca ahora la contemplación del brillo en tu mirada,
quiere mi alma dejar su libertad y encadenarse a tu destino, mi locura ha ido
progresando a medida que ibas avanzando en mí, abriéndote camino a través de
besos y caricias que me desarmaban por completo, dejando desnudo mi cuerpo no
tanto como desnudabas mi alma, y escudriñabas en lo más profundo de mi, te he
dado la llave de mi corazón, y temo que esa llave la arrojes y nunca más nadie
pueda volver a abrirlo.
Necesito tiempo, reordenar mis
ideas, enterrar este sentimiento, dejar que fluya por alguien que
verdaderamente valga la pena, pero debo volver a ser dueño de mí, a ser otra
vez el portador de mi cordura, y que no exista nadie que pueda determinar mi
estado anímico como hasta ahora está en mano de otra persona, he olvidado que
mi felicidad no debería depender de otra persona.