jueves, 28 de marzo de 2019

SE ES

El río poco a poco va devorando
a quien una vez ruidoso,
surcaba sobre sus arremolinadas aguas.

Los anteriores versos, iba recitando, mientras, con la vista puesta en el lente, oprimía el disparador de la cámara, capturando esa imagen, que retrataba con ironía, la realidad de la vida, que lo obsoleto, solo sirve para que el tiempo se encargue de desvanecerlo en el olvido.

Igual que a todos nosotros, no importa que tanto hayamos logrado, amado u odiado, seremos derruidos por su corriente imparable, llegará un momento en que nos fundiremos en el horizonte y nunca más seremos un algo, más que un recuerdo.
Solo somos nosotros, aqui tan solitarios, tan efímeros, tan frágiles, vulnerables, solo bastaría unos pocos metros de altura, para que una caída nos lastime de muerte, no tenemos a nadie, no tenemos todo.
Pero, ¿Se es un hombre por lo que se tiene?, si no se tiene a si mismo, entonces no tiene nada; Es un hombre aquel que es capas de decir lo que realmente siente y no las palabras de uno que se arrodilla.
Es hombre aquel que vive por si mismo, y en su camino coge de la mano a alguien que junto a él camina por el mismo sendero, no es hombre quien se desvía de su camino para seguir el camino de alguien más, tampoco lo es aquel que obliga a otro a abandonar su camino y hacerle seguir el suyo propio.
Solo siendo sinceros con uno mismo, es que llevaremos la gloria, hasta más allá de nuestro tiempo.

martes, 12 de marzo de 2019

EL VILLANO


¿Por qué me gusta la fotografía? Tal vez porque la fotografía y yo tenemos mucho en común, un enemigo en común.

La fotografía es una lucha. El enemigo es el Tiempo. Es el villano que lo amenaza todo cuando ansiamos congelar en un instante la imagen de un suceso que el tiempo se encargará de arrastrar con su corriente imparable. Es una lucha entre el tiempo y el fotógrafo, solo hay una oportunidad para congelar, capturar un momento en cuestión, luego ese momento se habrá esfumado para siempre.

La fotografía, como yo, tenemos esa misma lucha contra el tiempo, sabemos que algo hermoso debe ser vivido, disfrutado y captado en el mismo instante que acontece, pues una vez, un segundo, hora, día, mes o años después, el tiempo se habrá encargado de llevárselo y desvanecerlo, hasta que todo quede solamente en un recuerdo o en una fotografía. Solo quedará eso, que hablará de nosotros, un vestigio de lo que fue, y solo ello, la imagen captada, será el testimonio ante el jurado, de aquello que el tiempo alguna vez se llevó, eso hará que aquel momento ya esfumado para siempre, sea rescatado de las arenas del olvido.


Una lucha, porque todo se va a desvanecer, como una neblina que es densa, pero que pronto no será ya nada, ni siquiera un vestigio de que haya existido, como nosotros, habrá un momento en que no seremos nada, como un momento, habrá un instante en que todo será solo un recuerdo, como una sonrisa, que pronto se convertirá en tristeza…

Pero, el momento, el instante que tengo frente al lente, es único, es el instante en que venceré al tiempo, ese instante se convertirá en algo atemporal, por lo menos la imagen, la esencia. Nada hay más que lo haga salvo la fotografía, fuera del narcisismo es un arma para combatir a ese enemigo a quien en secreto todos temen, pero que prefieren ignorarlo porque se ven indefensos ante él, prefieren ser como las hormigas que aun percatándose de nuestra presencia, y que podríamos aplastarlas con un mínimo esfuerzo, prefieren ignorarnos y seguir en su labor, pues el temor de nosotros las paralizaría y no podrían seguir con sus vidas.

Así, como las hormigas, todos ven al tiempo como un gigante invisible que nos terminará a todos, pero prefieren no pensar en ello, pues solo tienen el momento que tienen, pues al final el tiempo se encargará de quitarles todo, la juventud, la salud, el amor, y finalmente hasta la vida.


Adelante es el nuevo grito de batalla, el infierno que todos tanto temen es el presente, la realidad, el ahora, el universo regido por la entropía, y el tiempo, el maldito enemigo de todos, que nos acosa con su pasar imparable, despiadado, que no perdona a nadie, que ha acabado con cualquiera de quien hayamos escuchado hablar, por más poderoso que en vida haya sido, ya no es más que solo un recuerdo y un nombre en páginas de libros, y en la memoria de algunos pocos, el mismo Tiempo que los mató nos terminará matando a nosotros también, y a cualquier otro, incluso a todo lo observamos al asomarnos por la ventana, perecerá algún día, ¿debemos acaso vacilar y bajar la cabeza?, no.

Debemos luchar estar de pie, para dar un puño sobre la cara al destino, y cuando sea el momento en que debamos morir, nos ganemos la admiración de aquel verdugo universal, que al mirarnos en los últimos instantes, diga para si:

 “este si fue un digno oponente, nunca se sentó a esperarme pasivamente a que llegara, sino que se resistió, se aferró con uñas hacia la vida, al final no pudo, luchó, aunque tal vez no haya logrado nada en su patética vida, al menos, actuó consecuentemente con su destino, en sus últimos momentos, que aunque su lucha no fue titánica, es al menos respetable, no hizo nada más en su efímera existencia, que ocupar espacio, consumir recursos necesarios y respirar el aire de otros, en cierto modo, le hago un favor al mundo por quitar esta lacra de él.”

Ninguno debería irse sin plasmar un golpe a ese tirano que nos vigila, y con cuya marea a todos nos arrastra hacia aquella misteriosa y oscura singularidad de la inexistencia, del cual nadie retorna.

Si has amado, es lo único que cuenta, lo demás ya no importa.