martes, 28 de enero de 2014

ODIO LA TRANQUILIDAD

A veces siento que ya ni ganas tengo de escribir, recuerdo que antes lo hacía hasta casar mi mano o mis ojos, pero ahora ¿acaso porque no tengo tiempo o porque no quiero?, todo lo contrario, tiempo me sobra, y ganas no me faltan, pero de lo que ando falto son de ideas. Es lo malo de estar aislado por mucho tiempo.
Admito que llegar a un lugar donde la tranquilidad es absoluta puede a más de uno relajarlo, calmarlo, llevarlo a la meditación y al encuentro espiritual de uno mismo, eso es indudable, que yo me he beneficiado de eso, he meditado, me he autosanado, me he autoconocido y me he alejado de los vicios nocivos que no dejaban de perseguirme en otras circunstancias, no lo niego, pero el problema surge cuando llega el momento en que ya he meditado suficiente ya me conocido hasta aburrirme entrar muy dentro de mi, y llegó un momento en que me di cuenta de algo, de que a mi vida, también le hace falta de un poco de caos en mi entorno para contrastar mi paz interior.
Y llega un momento crítico en que el aburrimiento cansa, la tranquilidad aturde, en que soy consciente de la necesidad de algo de ruido en mi vida, un sacudón que estremezca mis adormitados nervios acostumbrados a ya no esperar nada, eso, quiero un poco de caos en mi vida.
Odio la rutina, odio la pasividad, quiero agresividad, quiero ver un poco de desorden de caos para equilibrar mi mundo que se ha vuelto tan predecible y tan cotidiano, tanto que ya extraño el dulce  placer de ser sorprendido, de ser testigo de un evento inesperado, de presenciar lo impredecible, de entretenerme con las maravillosas cosas que suceden en la vida diaria de una ciudad grande y congestionada, donde en medio del caos hay incontables oportunidades de coincidir con una mayor cantidad de personas, y tal vez surja de ello algo, quizá una amistad, una relación y en mejor y más remoto de los casos uno que otro amor.
 Siempre escuché decir a muchas personas que querrían alejarse del ruido de una caótica ciudad para ir a la paz y tranquilidad de la naturaleza, y respirar solo aire puro, paz y tranquilidad en el ambiente.
Yo creo, que si esas mismas personas fueran por lo menos tres o cuatro meses a donde les gustaría ir, encontrarían lo que ellos buscan, pero llegaría un momento, cuando haya pasado mucho, mucho tiempo en que llegarán a sentirse como yo, luego de tanta paz, de tanta tranquilidad, querrán correr tras el caos para equilibrar su vida. Ningún ser humano que haya vivido en una ciudad, puede vivir mucho tiempo fuera de una ciudad.
Quisiera por ejemplo salir a caminar por un lugar por donde nunca he caminado, quiero sentir esa sensación de no tener idea de a dónde voy, quiero sentir ese placer de la incertidumbre de lo que voy a encontrar al final de la calle que camino. Tal vez un delincuente que me está acechando, tal vez una oportunidad, tal vez simplemente nada, pero lo que si es seguro, es que iría a lo impredecible, a lo que no controlo, caminaría a lo desconocido, y por fin podría decir que no sé a donde voy, y que hay varias posibilidades a lo que pueda encontrar al final. Si es algo bueno o algo malo, en irrelevante, pues lo que no me mata me fortalece. “No se puede jamás confinar a un espíritu libre
Pero, al salir, en donde estoy, veo las mismas caras, a las mismas personas, los mismos rostros fríos e inexpresivos que hasta me parecen muñecos, los mismos lugares, las mismas calles que conozco mejor que la palma de mi mano, cada hueco y submundo que pueda ocultar el lugar que por ahora me acoge, lo he descubierto, y diría que ya no hay nada que descubrir; el aire aunque libre de la polución propio de grandes ciudades industrializadas, me parece muy pesado, siento que me asfixio con cada inhalación, siento que con cada exhalación, se me va un poco de mi vida y juventud. Odio este lugar, quiero huir de aquí, irme lejos, a donde haya más vida social. Tengo que aguantarme un poco, este lugar solo es una escala a algo más grande que espero llegar. Pero ya no aguanto más, lo bueno de todo es que veo muy cercano el día en que al fin podré decir a este pequeño lugar:

Gracias por acogerme, solo eres una escala más en mi vida, y aunque he disfrutado en tus brazos, y he conocido a alguna de tus hijas, debo partir, Admito que algún día me gustaría regresar a ver qué fue de ti, pero por ahora me urge partir a otros lares. Suerte y Gracias por todo.

sábado, 18 de enero de 2014

DESPERTAR AYER, MUY EN EL AYER

A veces quisiera retroceder el tiempo y hacer las cosas de nuevo y bien, no quiero escuchar la cursilería de “estoy orgulloso de mi pasado por que gracias a mis errores soy quien soy”. Pinche, si con errores soy la persona que soy, sin esos errores creo que sería mucho mejor persona, evitaría pisar esos baches que me han derribado, que me han hecho caer estrepitosamente, esas oportunidades que dejé pasar, las cogería decididamente, y me encontraría en un lugar mejor, emocionalmente satisfecho, con la gloria que eso trae por añadidura.
A veces, me acuesto a la cama pidiendo un deseo, no pido sabiduría ni riquezas, ni encontrar al amor a mi caminar, tampoco pido la paz mundial, sencillamente pido a Dios que cuando despierte, no lo haga en el mismo lugar donde me dormí, sino 16 años en el pasado, en esa misma habitación pequeña, de paredes celestes donde tantas horas pasé meditando, el único lugar en el mundo donde hallaba mi tan invaluada privacidad, donde me sentía seguro e invulnerable a lo que ocurría en el exterior, mi refugio a malos momentos, y fuente de sabiduría donde me la pasaba leyendo y forjando mi pensamiento. Si, Mi pequeñita habitación con ventana a mi jardín colorido de verde.
Sí, quiero volver a ser niño otra vez, volver a caminar por mi vida a partir de esa edad, cuando comencé a tomar decisiones por cuenta propia, cuando vivía feliz y no lo sabía. Si despertara en esa pequeña cama en esa misma habitación pequeña a vista de cualquiera (pero grande para mi), creo que caminaría con más seguridad y tomando mejores decisiones, sin dejar escapar ninguna oportunidad.
Abrazaría a mi abuelo, cuidaría más a mis mascotas, diría TE AMO a las personas a quienes nunca tuve el valor de hacerlo, me arriesgaría a hacer muchas cosas que por absurdos temores nunca hice, decidiría aprender a tocar la guitarra en esos interminables ratos libres que me las pasé viendo televisión, leería más libros, evitaría a esas amistades malas que con nada bueno han contribuido a mi vida, me divertiría más con aquellas que parecían pasarla bien con tan poco, me divertiría al máximo sin importar que no tenga ni un céntimo en mi bolsillo, disfrutar de esa época en cuando nadie me juzgaba por lo que tenía, sino por el ímpetu que mostraba dentro del grupo, así no siempre saliera airoso. Comenzaría evitando vicios como el alcohol, el tabaco y otras drogas, y me dedicaría más a hacer algún deporte… Como no tuve una debida orientación en su momento, sería yo mismo quien me orientaría con mi experiencia.
Quisiera que hoy al dormir, no despierte mañana, sino en el ayer, muy en el ayer. Sí, es cierto que muchas veces he sufrido caídas, y que eso me ha ayudado a ser quien soy, pero por qué no volver atrás con la experiencia de esas caídas e iniciar a recorrer de nuevo la vida.
Quisiera encontrar el botón de REINICIAR JUEGO, tal y cual en los videojuegos que de niño jugaba.
Moría y volvía a iniciar el juego sabiendo dónde iba a estar el enemigo para estar preparado, y llegaba a la meta, con el mismo triunfalismo de como si lo hubiera hecho en un solo intento.
No hay día en que desee eso mismo, volver a cuando todo era más simple, y solo deseo una sola vez iniciar de nuevo, no creo que ya sea necesario una segunda vez luego de una primera.

Espero esperanzado en que Dios con todo su todopoderoso poder, escuche mi súplica y al despertar el día de mañana, vuelva a tener 8 años.

domingo, 12 de enero de 2014

NO JUEGO CON EL DESTINO

Tengo miedo de jugar con el destino, el destino es un traidor, es un malvado agente secreto que siempre frustra mis planes cuando por anticipado divulgo mis intenciones con terceras personas.

Creo que no soy el único que piensa así, ya que implícitamente las personas hacen alusión a esa verdad cuando mencionan que “las cosas mejor planeadas no salen bien, y que las cosas que salen de la espontaneidad, salen mejor que cualquier cosa planeada anteriormente.”, el destino se encarga de arruinar lo que se planea a largo plazo.      
Tal vez el destino no quiere que vivamos en libre albedrío, sino que quiere que dancemos a su ritmo, quiere que caminemos siempre por el sendero que ya fue trazado.
Por eso arruina los planes de la mayoría.
Ahora, yo no sé si solamente es la percepción de las personas el ver que sus planes no salen como debieran, o si la causa de que todo les salga mal es su premeditación de querer planear todo tan superficialmente sin tomar en cuenta las variables más determinantes, que pueden dar un viraje muy radical al camino trazado.
Sea cual fuera la causa de todo, he logrado descubrir a base de muchas frustraciones de mis planes, de que si mantengo en el mayor secreto a mis intenciones, saldré airoso, mientras que si a son de bombos y platillos divulgo lo que pienso hacer, todo me sale exactamente de cabeza, nada sale como debiera, y encima, cargo sobre mí el peso de las burlas de aquellas personas infaltables que celebran cada caída mía, como si yo con todo mi ímpetu fuera un necio, mientras que ellos terminan siendo los sabios que nunca son escuchados con su típico “TE LO DIJE”, aunque su supuesta sabiduría, resida en su posición de cobardes y pasivos espectadores que no se atreven a salir de su monotonía. Debo lidiar con ellos, cada día de mi vida, aunque sé que es inevitable coexistir con ellos.

Cuando yo deseo hacer algo, digamos un viaje, y tengo todo presupuestado, todo mi tour trazado, todas mis fechas programadas, y se los cuento a todos mis amigos, mis conocidos, a modo de alarde sobre ese plan mio, al final termina ocurriendo un percance salido del momento, a última hora, que me obliga a abandonar lo planificado con cautela.

Obviamente nadie puede preveer, (a menos que tenga una bola de cristal) el futuro, pero digo, esos imprevistos precisamente se me cruzan siempre y casualmente cada vez que comento a más de uno lo que tenía pensado hacer.

Mientras que, si solo mantengo para mí lo que quiero hacer, aquella variable que modifica todo, nunca aparece y nada ocurre, y todo sucede, transcurre sin ningún tipo de inconveniente, según mis planes, y es para mi mucho más gratificante alardear con las personas, con cualquier persona de hecho, sobre lo que yo he realizado, hasta me puedo dar el lujo explayarme en exagerar detalles para impresionar más, porque lo que ya pasé, ya viví, no cambiará, y es en momentos asi, cuando me siento felíz de que el pasado, ya no pueda ser cambiado… Repito solo en momentos así.

Es por eso que pocas veces cuento lo que quiero hacer, si pienso viajar o si pienso postular a otro trabajo, o si pienso conquistar a tal o cual chica, o si pienso comprar tal o cual cosa, o conocer tal o cual lugar. Solo cuando ya sepa que es inevitable cualquier tipo de postergación, soy capáz de comentarlo con alguien pero muy discretamente, ya que como dije anteriormente, no me gusta provocar al destino, quien quiera que ese destino sea, o sea cual sea su naturaleza, o sea Dios el que está detrás de todo.
Simplemente no es mi voluntad el provocarlo, no retarlo, es que ya saben yo podría tenerlo todo muy calculadamente planificado, pero de la nada puede aparecer repentinamente y a último momento, digamos un suceso externo que escapa de mi control y de mi imaginación, digamos como un accidente, un asalto, una distracción femenina, la muerte de algún familiar, un golpe de estado, un terremoto, un ataque terrorista, una guerra nuclear, un ataque zombie, el inicio del apocalipsis, y todo quedará drásticamente alterado, y yo pobremente, terminaré siendo una víctima más de mi alardeo antes de tiempo.

Por eso, siempre planeo y ejecuto mis cosas con la mayor discreción posible, no es que le tema a cualquier persona o me esté escondiendo de alguien, sino que temo provocar a ese destino; y no es que sea supersticioso, ya que yo me baso a mi propia experiencia, a mis observaciones, y a mis pruebas experimentales, diría casi sin miedo a equivocarme, que hasta lo he demostrado casi científicamente, es decir elaboré algo asi como una investigación cuantitativa básica (asi es porque determinaría la cantidad de veces en que todo me sale de acuerdo al plan según haga una previa divulgación de mis intenciones), luego elaboré mi hipótesis, Diseñé mi prueba experimental, Experimenté, Observé, aprobé o rechazé mi hipótesis, interpreté mi resultado y finalmente concluí lo que concluí: Que el destino es un Troll, el troll mas troll de los trollers.


Obviamente este experimento nunca lo he documentado, así que nunca esperen un informe escrito de lo que hice, todo lo hice mentalmente, y documentado en mi memoria, aunque no me importaría si alguien quisiera citarme en una investigación seria al respecto. Vale.