miércoles, 27 de mayo de 2020

CONÓCEME

    Hola, soy yo, tu futuro enamorado, solo conquista mi corazón, y yo pondré el mundo a tus pies.

    Quiero que me conozcas, quiero conocerte, no necesariamente para saciar algún deseo carnal, bueno aunque no negarte que si me gustaría, pero nunca te obligaré a hacerlo, porque es indudable, el sexo es la máxima manifestación de confianza entre dos personas.

    Quiero que me conozcas, no para llenar algún vacío emocional o existencial, tampoco porque le temo a la soledad tanto que deseo ruido en mi vida para no escuchar el desolador ruido de mi soledad interior.

    Quiero compartir mi tiempo contigo, una tarde juntos, desayunos, almuerzos, viajes, quiero que juntos forjemos nuestro carácter en el fuego de apasionadas discusiones que nos vuelvan cada vez más fuertes y resistentes ante la vida.

    Quiero que conozcas mis miedos, mis temores e inseguridades, quiero que me veas atormentarme por mis más oscuros demonios, y que aún así, solo me abraces hasta que la tormenta oscura pase, y de tu mano, pueda resurgir de nuevo hacia la luz de tu mirada.

    Quiero convertirme en aquel hombro donde puedas descansar tu fatigado cuerpo, y que una vez descansado, emerjas de tu tristeza con el vigor de los Titanes, que aplastan montañas y barren al cielo de estrellas con un solo manotazo.

    Quiero ser algo más que tu amigo, quiero que seas mi prioridad en mi vida, y quiero también serlo en la tuya.

    Así que no se podría pensar que llegaríamos a eso sin antes darnos la oportunidad de conocernos previamente, y crear un vínculo de amistad que podría fortalecerse tanto como para dar paso a un nuevo nivel.

    Sé que divagar es lo mío, se que cuando quiero sintetizar en una sola oración lo que pienso, suelo extenderlo mucho más, y míralo, lo estoy haciendo de nuevo, tan solo podría decirte que aunque no te conozco aún, podría decirte que eres la luz de mi sueño, el resplandor de mi vida, el fuego de mi alma, atizador de mi espíritu, latir de mi corazón.

    Aunque aún seas solo un ideal, una idealización, sin nombre ni rostro, sé que en algún lugar estás ahí, en algún tramo de mi camino, y llegando el momento nos encontraremos, nos miraremos y tomaremos de la mano, y juntos iremos hacia adelante, sosteniéndonos, levantándonos de cada caída, sobreviviendo el mayor tiempo posible a este juego.

    En las sombra de mi camino muchos ojos acechando encuentro, algunos solo acechan, pero alerta debo estar, mucho ojos tienen dientes y colmillos dispuestos a saltar sobre mí al menor descuido, es necesario tenerte a mi lado para que juntos vigilemos y nos resguardemos de lo desconocido, porque nadie golpeará ni nos lastimará tanto como la vida, ¿y quién podrá soportarlo teniéndose solo a sí mismo?, es tonto pecar de egocéntrico y creerse autosuficiente en esta vida donde nadie lo es, una persona puede ser fuerte y poderoso en un aspecto de su vida, pero débil en otros, que mejor si hay alguien defendiendo esa posición débil.

    La foto de esta entrada, muestra a dos lobos en actitud amenazadora y de confrontación, mostrándose los colmillos; una mordida en el cuello, en la yugular, puede ser fatal para un lobo, podría morir desangrado sin que nada se pudiera hacer, por ello, un tercer lobo resguarda ese punto débil, resguarda el cuello de su compañero, no amenaza, no confronta, solo resguarda la vulnerabilidad de su pareja, así, mientras enfrentamos la vida con nuestras fortalezas, deberá haber quien se mantenga vigilante de nuestras debilidades. Un totem inamovible.

    Solo así podremos enfrentar victoriosamente a la vida.

    Si la vida es una lucha, nuestro propósito es nuestra espada, en este mundo, nosotros mismos forjamos nuestra espada, pero nacimos sin un escudero, y a ese debemos encontrarlo.

    Cuando un soldado levanta el brazo para atacar es el mismo instante en que queda más vulnerable. Cuando reunimos fuerzas para realizar un ataque, dejas vulnerable otra zona que puede ser aprovechada por un adversario audaz, astuto u oportunista, a menos claro, que haya alguien resguardando esa vulnerabilidad. La falange macedonia, aplicó el mismo concepto, y derrotó a poderosos ejércitos enemigos.

    Quiero ser el escudero de tu vida, y a la vez que escudes mis puntos débiles, juntos llegaremos lejos en esta vida, estoy dispuesto a dar todo por ti, una vez que te encuentre, pelearé esta batalla a tu lado incansablemente, hasta desfallecer.

    Sé que estás en algún lugar, mis palabras llegan a ti, pero no entiendes quien te llama, así que solo jala el hilo rojo que tienes junto a ti, hasta que nuestras miradas se crucen, y sepamos que terminó la búsqueda, y desde ese punto sigamos el camino Juntos, y como un Tótem invencible, Tú y Yo, tu futuro enamorado. pondremos al mundo a nuestros pies.


domingo, 17 de mayo de 2020

DESICIONES

¿Acaso nos esforzamos tanto para permanecer con vida solo para llevar míseras vidas mientras seguimos esperando a la muerte? Si solo con la muerte llega nuestra liberación a una existencia de dolor y sufrimiento, ¿Por qué no podemos ser libres mientras estamos vivos?
A fin de cuentas la vida solo queda reducida a una sola cosa: Decisiones. Si te doy un arma, tú decides si usarla o no... Si te ofrezco mi corazón tu decides si tomarlo o no, pero cada decisión que tomes traerá consecuencias de las que solo Tú serás responsable.
Si renuncias a mi, renunciaré a ti, pero no dejaré que el orgullo y el temor me arrastre al peor pecado que en vida puedo cometer: no ser feliz.

viernes, 15 de mayo de 2020

EL REGALO


    Luego de mucho tiempo de habernos conocido por chat, en circunstancias que no tienen importancia, de habernos dicho mucho y nada,  de haber abordado muchos temas de conversación en común, de haber discutido a veces sin sentido y a veces con razón, a veces simplemente por mal entendidos, pudimos esbozar cada quien en sí, la personalidad del otro, a través de la pantalla íbamos perfilando a aquel que se hallaba al otro lado del chat, mientras íbamos leyendo sus palabras sin voz e íbamos entendiendo su forma de pensar y de concebir su mundo, tal vez igualmente podíamos notar su estado de ánimo, si mentía o si estaba molesto, pero es cierto que tras todo el matiz de nuestras personalidades algo caprichosas y con tendencia a la discusión sin sentido, había un interés inexplicable de conocer a quien nos mantenía en requiebros que resultaban a veces inquietantes y atrayentes en un equilibrio incomprensible, pero fascinante.
    Muchas veces hablando de política terminamos discutiendo, intercambiando ideas sobre nuestras posturas, y bien sea sobre cine, política, filosofía, creencias religiosas, era evidente que aun cuando estuviéramos de acuerdo en ciertos temas, siempre era necesario tocar un tema para que una discusión hiciera intensificar nuestra conversación, a pesar que solo miraba sus palabras en chat, podía percibir por la magia de su redacción y elección de palabras, su estado de ánimo, y la pasión con que se enfrascaba a defender su punto de vista, como un paladín del debate blandiendo hábilmente la espada de sus argumentos, y diestramente defendiéndose de los míos con el escudo de su retórica. En esos combates de ideas, nuestras espadas chocaban hasta sacar chispas y herir al ego del otro en ocasiones, y aún así nunca salía jamás ninguno vencedor ni victorioso de esas batallas virtuales de ideas, sin sentido e innecesarias pero tercamente llevadas a cabo.
    Largamente, a veces muchos días en que la lucha había sido tan ardua que uno haya herido el ego del otro, el resentimiento hacia mella en el herido, que el silencio era el único mensaje que nos enviábamos por muchos días, y aunque era adictivo nuestras conversaciones extrañas, era como una especie de honor el mantener la distancia mientras el ego herido era sanado con el tiempo y la necesidad de volver al ruedo con aquel némesis que, sin que ninguno lo quiera admitir, era una especie de enemigo Nietzscheano al que habíamos aprendido a amar y a admirar, tanto que era a veces menester el querer volver a romper el silencio para volver al ruedo de nuestras extrañas conversaciones y duelos de paladines de discusiones innecesarias.
    A veces uno u otro, pero siempre cualquiera, y dependiendo del estado de ánimo, aburrimiento o necesidad de esa adictiva personalidad confrontacional del otro, yo o el, rompíamos el silencio con un simple "Hola", y así, preguntando cómo estábamos todo este largo tiempo, comentando esto o aquello, empezaba un nuevo ciclo de conversación que al inicio de manera vacua, progresivamente, como una neblina que poco a poco va apareciendo hasta dejarlo todo nublado, nuestro patrón volvía a iniciar, una conversación sobre alguna cosa, iniciaba una concatenación de temas, que iban al poco tiempo llevándonos al incremento de las pasiones entre ambos, nuevamente sin darnos cuenta, estábamos dos paladines combatiendo en la lona del chat, asestando golpes e hiriendo a veces al ego del otro, sin jamás ninguno aceptar la derrota, nuevamente, según la intensidad de la batalla, terminaban en mucho resentimiento debido a que como siempre, ninguno había podido doblegar a su rival en la aceptación de su postura.
    Hasta diríamos, que era para ambos placentero el hecho de darle la contra al otro en lo que sea que nos pusiéramos pensar o hacer… Quizás hay voces que susurran la palabra “Toxicidad”, pero es una palabra muy simplista y determinista para dos personalidades complicadas que confluyen en la necesidad de contantemente irse fortaleciendo y filtrándose hasta llegar a un punto medio de equilibrio en que ambas partes al fin llegan a consenso y se encuentra la armonía; sin conflictos que limen asperezas jamás se llegará a la perfección, o al menos eso es lo que yo creía, debido a nuestro constante afán de siempre estar en conflicto, pero con el tiempo, me di cuenta que ello era desde siempre más el objetivo de él que mío, por el hecho de siempre incentivarme a llevarle la contra para forzarme al límite de ver hasta qué punto era capaz de hacer lo que me pidiera.
    Complicaciones aparte, habíamos acordado al fin que debía llegar el momento de vernos directamente, de conocernos cara a cara, para conllevar lo que fuera que éramos a un plano real, lejos de lo virtual, y si, hasta en eso éramos conflictivos, proponiendo fechas, cada quien según su conveniencia, sustentando el porqué de nuestra propuesta, y el por qué no de la suya, entablándose más desafíos, una cosa lleva a la otra y así nuevas discusiones, debates, nuevamente los dos paladines blandiendo su espada con el objetivo para imponer la fecha del encuentro; era el inicio de un ciclo más de discusión, resentimiento y silencio, nuestros egos colisionaban contundentemente ante la sola discrepancia, no entiendo hasta ahora, ¿por qué si tanto interés tenía, me costaba tanto ceder?, ¿por qué deje envilecerme por un orgullo visceral de no demostrar debilidad ante él?, ciertamente aprendí que en la diplomacia, el éxito se basa en saber hacer concesiones, pero en nuestro caso, las concesiones no las hacía ni yo ni el, ninguno, era ese el punto, era la inflexibilidad de dos espíritus de orgullo inmutable que sumía a ambos en un ciclo de infelicidad y juego absurdo de niños grandes, el interés mutuo era arrollado por la insensatez de esas dos personalidades incapaces de negociar un acuerdo que los beneficie, y no obstante, preferían hacer prevalecer sus posiciones sobre el otro, o postergar cualquier entendimiento que a la larga podría llevarlos a bailar alegres bajo la luz de la luna y el abrigo de las estrellas.
Pasaron los días, esta vez, fui yo quien rompió el silencio.
-Hola – Le dije
- Hola – Me respondió
- Hagamos las paces – Le dije
- No sabía que estábamos en guerra – Me dijo sarcásticamente
    Si, el sarcasmo era la fachada para ocultar lo evidente, nuestra arrogancia mutua, pero qué importaba, la última vez que dejamos de hablar fue por no decidirnos sobre la fecha de nuestro encuentro, esta vez quedamos un domingo por la tarde, probablemente era posible de ambos el poder.
    Así, que ahora vino definir el lugar, a estas alturas supongo que ya habían pasado muchos meses desde que comenzamos a hablar, posponerlo aún más sería muy tonto en caso iniciara otra batalla de paladines insensatos, así que propuse un lugar esperando su descargo para blandir mi espada y sostener mi escudo, pero en cambio, en un acto extraño, me dijo que mi propuesta le parecía bien, que no tenía inconveniente. Tal vez pensó igual que yo en dejarse de absurdas discusiones sobre la supremacía de la voluntad del otro, y aceptó. Algo raro eso sí, considerando los precedentes para nuestra extraña relación, que lejos de hacerme sentir victorioso, me dejo con un extraño sabor amargo, tal vez porque alguna insana parte de mi morbo aficionado al debate, esperaba alguna confrontación visceral de las que acostumbramos siempre, pero no hubo tal cosa. Quedamos el día y la fecha.
    En los días intermedios entre la concertación del encuentro y el encuentro mismo, nuestras conversaciones iban bajando el tono confrontacional, e íbamos conversando sobre temas un poco más personales que con el tiempo con leves esbozos tocados, y ahora liberados de ello, tuvimos más en profundizar, temas como nuestra actual situación emocional, si existiría la posibilidad de que entre nosotros pueda surgir algo más serio que una amistad.
    Lo cierto es, que según pudimos leer entre líneas, ambos nos gustábamos mutuamente, y de tanto discutir, había nacido algún tipo de encanto por la personalidad opuesta que representábamos para cada uno. Los días entonces iban transcurriendo, entre el hecho de poder conocernos demasiado, hasta que pueda surgir algo mucho mayor y más grande entre nosotros, tal vez un noviazgo, y cumplir sueños juntos, fantasías, entre tanto debate absurdo, habíamos olvidado hablar sobre nuestros gustos y nuestras pasiones, y terminamos descubriendo que nos gustaban cosas similares, tantas que podríamos compartir y pasarla genial. En mi fantasía, iba creyendo que aquellas diferencias nuestras podrían ser contrapesadas con nuestros múltiples gustos en común. Al menos eso creía yo…
    Llegó el día al fin del esperado encuentro, con nervios de por medio, le esperaba en el mismo lugar acordado, traté de ser puntual, no quería iniciar una absurda discusión sobre la impuntualidad, pero para mi asombro, ese día no fui yo quien fue impuntual, sino él, y podría haber iniciado en persona una absurda discusión sobre su falta de compromiso y el haberme hecho esperar demasiado, pero traía en la mano una bolsa de regalo rojo, que no pude evitar ignorar, cuando me vio, lo extendió hacia mí y me lo entregó diciendo:
-      Traje esto para ti, pero quiero que lo abras cuando nos despidamos.
Lo tomé, y le dije:
-          ¿Qué será? ¿Pero por qué no puedo abrirlo ahora?
-          Ahora está en tus manos – me respondió – te lo acabo de regalar, es de tu propiedad, si deseas abrirlo ahora mismo, no podría oponerme, pero solo te pido, que lo abras cuando nos despidamos.
    La bolsa era roja, dentro sentía que había una caja, pero sus palabras me hacían eco: “Ábrelo cuando me vaya”. Por mientras le miré más detenidamente, era tal cual le había visto en fotos, quizás lo imaginaba más alto, pero era su voz, eran sus palabras, era su mirada, era su forma de vestir tan peculiar, y traía aquella mochila marrón con la que salía en varias fotografías, se veía vultuosa, ¿qué podría ser lo que llevaba en ella?, sería una insensatez el preguntarle pero era parte de su indumentaria bohemia.
    Empezamos a caminar y conversando, intercambiando temas fascinantes, su nivel de cultura era admirable, era como pocas personas, capaz de seguir la ilación del tema de conversación cualquiera, aparte la humildad con que conversaba y la calma, podía hacerme sentir paz en mi corazón, la calma y la armonía; parecía ser diferente por ratos a la persona confrontacional que estaba al otro lado del chat, esta persona que tenía aquí junto al mío era diferente, y que genial que así sea. Igualmente conversábamos por el malecón, mirando el atardecer, las olas del mar golpeando la orilla, llevaba yo su regalo que me dijo no abrir en la mano derecha, mientras nos sentamos a contemplar la puesta del sol, muy bella y mágica, al cielo tomar tonalidades más naranjas, y nuestras siluetas contrastando lo que mirábamos, esa imagen, del sol dando paso a la noche, nos volvió más introspectivos, y de algún tema de conversación surgió una palabra: Confianza. 
La confianza – Me dijo – Es lo más frágil de este mundo, pero es a la vez junto al amor, la más poderosa arma para enfrentar las adversidades, y cuando una relación se sostiene sobre ella y la confianza está intacta, nada existe en el universo que pueda destruir esa relación, puede soportar calumnias, vicisitudes y privaciones. El amor lo puede todo, pero el amor sin confianza se desmorona, es por ello que la confianza es lo más difícil de conseguir e imposible de recuperar una vez perdida. En anteriores relaciones que tuve, la confianza fue fisurada, y no importaba qué tantas promesas me hicieran para que todo siga igual, nunca pude volver a confiar, la desconfianza es un monstruo grande que cala en lo profundo, bloquea la razón no importa que tanto hayas amado, ese monstruo va poco a poco matando y sofocando al amor, si la confianza está rota, es tonto el querer reconstruirlo o volver a ganarlo, es una carta que te permite darlo todo sin miedo, pero cuando se ha quebrado, te da miedo dar hasta lo más mínimo, es tan difícil confiar en alguien en estos tiempos, ya que la lealtad está subvalorada. Los celos existen, es normal, es parte de la condición humana el miedo a perder algo que crees que te pertenece, y una pareja crea un vínculo de pertenencia, que no quieres compartir con una tercera persona, que no quieres que se te sea arrebatado, negar ese hecho, es negar nuestra propia humanidad. El amar a tu pareja puede hacerte confiar ciegamente en ella, al extremo que creerás que podrá resistir la tentación de una infidelidad, siempre con celos razonables, pero dejarse poseer por celos enfermizos es tonto, pues no importa cuánto celes o espíes a tu pareja, cuando tiene ya la intención de ser infiel, hallará la manera de hacerlo evadiendo tu mirada; si existe confianza, puedes tener la seguridad de que podrá respetarte sin necesidad de vigilancia extrema o invasión de privacidad, pero si una vez, solo una vez, esa confianza es rota, no importará desde ese momento todos sus intentos de querer enmendar su error, la confianza rota será el agujero en el barco, que poco a poco irá hundiendo el navío del amor hasta volverlo demasiado pesado para sostenerse a flote, y se hundirá hasta el fondo, sin ser posible ya salvarlo, se irá hundiendo lentamente con todos los recuerdos vividos que ha llevado sobre si durante el tiempo que hayan navegado juntos.

    Luego de ese monólogo, mi sorpresa era difícil de disimular pues no me lo esperaba que con tanta pasión y elocuencia me lo haya dicho de esa manera su visión de una relación.
        Luego ello, me miró fijamente a los ojos y me preguntó.
-         ¿Eres alguien en quien se pueda confiar?
-          Claro que si – Le respondí.
    Mi miró con un rostro inexpresivo, con una seriedad inquietante, casi inquisidora, como si tratara de leer mis pensamientos mirándome fijamente a los ojos con su mirada penetrante, luego, solo sonrió, y continuó observando el atardecer, en un silencio de varios minutos, hasta que de nuevo, volvimos a conversar de temas diversos.
    El sol ya se había puesto, lo habíamos contemplado en todo su esplendor, y nos pusimos de pie, caminamos, conversando de cine, música, libros y acontecer, me parecía fascinante su nivel de sensibilidad hacia la vida, me contó las veces en que había confiado y las veces en que le habían traicionado, y mientras caminábamos íbamos riendo de las bromas que nos hacíamos mientras recorríamos las calles. Continuamos caminando por el malecón, su conversación era muy agradable, mientras yo estaba teniendo unas de las mejores tardes y noches de mi vida, era genial estar aprendiendo de la vida con alguien que denotaba sabiduría por ella. Hubo momentos en que imaginaba tardes como esas el resto de mi vida junto a él, en diversos lugares del mundo, y entonces no podía evitar una callada sonrisa.
-          De qué te ríes – Me preguntaba
-          De cosas mías – Le respondía
    La caminata era agradable, hasta que me dijo que tener ganas de ir al baño, me pidió que le acompañe a buscar uno, pues era evidente que ansiaba acompañarlo, no iba a dejarlo buscar un baño solo. Fui con él, y hallamos un baño en un centro comercial, como yo no tenía ganas de entrar me dijo que le esperara.
    Entró, y yo me senté a esperarle, y mientras pensaba en mi cabeza cosas magnificas, como que tal vez ese era el inicio de algo maravilloso, ¿a cuántos lugares podríamos salir entonces?, si esta era la primera de muchas salidas, era fabuloso, habíamos sido demasiado tontos por tantos meses haber desperdiciado batallando por chat inútilmente, cuando esta historia podría haber empezado meses atrás, y no ahora que aunque tardíamente, estaba iniciando. Las personas iban y venían, y yo tenía una sonrisa auténtica, mire al cielo, y me pareció bello, y entonces mi mirada se posicionó en el obsequio que todo el tiempo iba llevando en mi mano, aquella bolsa roja. Me invadió la curiosidad, aquel regalo inexplicablemente parecía brillar con un aura mágico, y entonces recordé su comentario de que lo abra cuando nos despidiéramos, ¿qué diferencia hay en abrirlo ahora o después de que se haya ido?, me fascinaba la idea de saber qué es lo que alguien como él tenía ahí para alguien como yo, ¿qué sorpresa tenía para mi aquel chico misterioso y culto?, si decidía abrir ese regalo en ese momento lo iba a descubrir, qué diferencia habrá, no sabrá que lo abrí, no me está vigilando, si me escondo, jamás sabrá que descubrí lo que había en ese regalo antes de tiempo.
    Entonces, no pude con la curiosidad, tomé el regalo, y me oculte en un lugar donde no me pudiera ver si es que a escondidas me espiaba. Entonces, invadido mi ser por gran curiosidad y la emoción, abrí la bolsa, en ella había una caja roja, y dentro de la caja, un papel color naranja, doblada como una carta, con un sello de cera en el doblez. ¿Qué sería? La curiosidad me mató, ¿Una declaración de amor? ¿Una promesa de amor?, rompí el sello con mucha emoción, y no podía dejar de fingir una sonrisa mientras lo hacía. La carta era breve, y pero lo leí con emoción y complicidad mía.
   Al leerlo, sentí el impacto, no de emoción, sino del sentimiento que precede al tener conciencia de haber cometido un terrible error, y tan pronto lo terminé de leer, cualquier sonrisa y sentimiento de alegría e ilusión se me borró del rostro, entonces até cabos todos los cabos de esa tarde, el porqué de esa extraña condición sobre abrir el regalo, el porqué de ese apasionado discurso sobre la confianza, y ese hecho de dejarme un momento con la excusa de ir al baño y darme la oportunidad aparente de no tenerme a la vista, me di cuenta de mi error, pero ya era tarde, coloqué temeroso la carta en la caja, el sello de cera ya estaba roto, no había forma de volverlo a poner como estaba antes, era ya tarde, me fui a sentarme al lugar donde me dejó, ya la paz había sido reemplazado por un aturdimiento extraño y vergüenza de haber quedado uno mismo en ridículo, como dispararse en el pie, y pues ya no podía sonreír, me sentía devastado por lo que leí, si antes me era imposible disimular mi alegría y hasta una sonrisa, ahora me sería imposible disimular mi congoja, mi tristeza, y mi sentimiento de culpa, y más cuando le vi salir del baño, y venir hacia mí.
-          Bueno, ya me siento mejor – Me dijo - ¿Seguimos?
-          Sí, claro – Le contesté
Y continuamos caminando, mientras me hacía la pregunta.
-          ¿Te pasa algo?
-          No, nada, todo bien.
    Obviamente todo me pasaba, todo se había derrumbado desde el momento en que rompí el sello de esa carta, que me dijo no abrir, pero aún así seguimos caminando, y mi semblante era deprimente, sin embargo él parecía ser el mismo, seguía conversándome, y yo entre líneas de mi absurdo accionar, le iba escuchando con la cabeza abajo sin saber qué responderle o decirle, en mí deseaba que esa noche jamás acabara, pero en mí algo decía que esa sería la última vez que nos veríamos, que la oportunidad de iniciar algo lindo en mi vida, se me había escurrido de la mano como jalea, como jabón húmedo, había volado demasiado cerca del sol y me había quemado, había roto la confianza de él, cuando rompí ese sello de la carta que ahora no podía reconstruir, de eso se trataba todo el tiempo, de una prueba de confianza, y yo había fracasado rotundamente, ahora solo estaba precipitándome hacia abajo, sabiendo que pronto me estrellaría contra el suelo cuando llegue al punto culminante de la noche.
    Ahora iba retumbando en mi mente lo que me dijo al inicio: “No lo abras hasta que nos despidamos”, ya lo había hecho, ahora si entendía el porqué de esas palabras, y una llamada de atención a mi tonta necedad de querer darle siempre la contra, quizás inconscientemente ansiaba solamente desafiar sus designios en una versión más de combate de paladines.
La noche pronto avanzó, pero ya no iba de alegría.
-          Es momento de irme – Me dijo – Fue un placer conversar contigo y conocerte, pero debo pedirte que ahora si abras el regalo que te di, y que no has soltado en ningún momento.
    En ese momento sabía que ya nunca iba a ser lo mismo, era el momento de mostrarle la prueba de haber roto la confianza de lo que me pidió no hacer sino hasta ese momento.
    Me miró, y creo que pudo leer mi semblante acongojado mucho antes que me viera abrir su regalo, pero aún así, con mucho sentimiento de culpa, abrí la bolsa roja, saqué muy lento y despacio la caja en su interior, y le di una última mirada a sus ojos, sus bellos ojos, y me correspondió con una tierna sonrisa que no pude evitar casi por reflejo también sonreír, sin saber que sería mi última sonrisa de la noche, y quizás la de días.
Saqué la carta, pero el al ver que la carta tenía el sello roto, casi decepcionado, en su mirada y su voz me dijo.
-          Está roto el sello, significa que ya lo leíste.
-          Si, lo siento mucho, pero por favor no quería es solo que me ganó la curiosidad, pero por favor no lo tomes a mal.
-          Descuida – Me dijo – Si lo leíste, pues ya lo tienes claro, ese regalo fue tuyo todo el tiempo, y no te lo pienso quitar, siempre pudiste abrirlo cuando lo creyeras conveniente, solo te pedí que confiaras en mí. Pero ya es tarde, debo irme, me gustó conocerte, la pase genial conversando contigo y pasar una magnífica tarde junto a ti.
     En ese momento podría haber iniciado una discusión sobre lo tonta e infantil treta de poner a prueba la confianza de alguien con una argucia tan sacada de alguna película de Saw, podría haberle dicho que en otras circunstancias más serias hubiera Sido incapaz de traicionar una confianza que se me habría dado, habría tenido muchas ganas de hacer ese momento un combate de paladines más, sé que nos hubiéramos enfrascado en un largo debate, y tanto yo como él, no habríamos logrado ceder ni un poco en nuestros argumentos, y así, con el ánimo por los suelos como me encontraba, no tenía ganas de discutir tontamente una batalla que ninguno habría ganado, aquel chico de bella mirada había logrado probar que no se podía confiar en mí, y  conociéndole como le conocía, su terquedad y su poca disponibilidad de ceder ante mis argumentos, sabía que nada de lo que le dijera, haría cambiar la percepción que ahora tenía de mí, que toda discusión que tuviéramos, iba a terminar solo en distanciarnos aún más, y en este punto, era evidente que nunca más nos volveríamos a ver, que nuestro distanciamiento sería desde aquel momento ya absoluto. Maldita sea mi impaciencia por no saber esperar.    
    Y solamente me dio un abrazo, y se fue, pero pude ver en el tono de sus palabras, un corazón herido y decepcionado, yo no podía sentirme peor, pues lo había arruinado en el mismo momento en que decidí abrir ese regalo antes de tiempo cuando me dijo que no lo hiciera, y ahora me encontraba ahí, solo, en mitad de la noche, luego de haber vivido una de las más geniales noches de mi vida conociendo a alguien maravilloso, y solo que quedé ahí, con esa carta.
    Le vi alejarse, y supe entonces que nunca iba a descubrir lo que todo ese tiempo había llevado en su mochila, jamás lo iba a saber, solo que quedaba el consuelo, aunque amargo, de la valiosa lección que había aprendido esa noche, la confianza, si te confían algo, debes poner por encima de todo, aquella confianza, el honor y la lealtad son básicos en la personalidad, los mercenarios emocionales están condenados a la soledad, si te confían un secreto, guárdalo a cabalidad, el valor de tu palabra y tu capacidad de cumplir tus promesas, harán que en la vida, jamás tengas que mendigar favores.
    Mientras iba reflexionando sobre esas cosas, me invadió el sentimiento de negación y depresión en pocos minutos, y ahora sabía que debía proceder la aceptación de lo sucedido, tenía la carta en la mano, y decidí darle una última leída antes deshacerme de ella.
<<Me pareces alguien genial y estaba muy ansioso de verte hoy, pero al mismo tiempo ansiaba saber si podía confiar en ti.

Ahora me siento decepcionado.

Si estás leyendo esto, es porque no pudiste esperar a que nos despidiéramos para que abrieras esta caja y leas esta carta. Esto era solo una prueba para saber si por mi eras capas de resistir la tentación de algo que te intrigara pero que yo te pidiese te abstuvieras. Has fallado, por lo que aparentemente no eres alguien en quien yo pueda confiar en el futuro para algo serio.

El verdadero obsequio estaba todo el tiempo en mi mochila, te lo iba a intercambiar por esta caja que abriste, al momento que nos despidiéramos. Lástima, porque ya que no confiaste en mí, el único regalo que te llevarás de mi parte, será esta tarde que pasé contigo.>>

miércoles, 13 de mayo de 2020

DOS TIPOS DE AMOR

     Existen dos tipos de amor: el amor de la persona admirada y el amor de la persona ordinaria.

    La persona admirada acepta el amor como un tributo y confiere su amor como un honor, ya que viniendo de él, debe tener un inmenso valor.

     Y la persona ordinaria no recibe ese regalo espléndidamente como alguien sin necesidad, pero lo toma como un mendigo.

     Por supuesto, la persona admirada, bien podría aceptar otros amores como corresponden, y por qué no, si el admirador es atractivo, sería un amor diferente al que ya tiene.


lunes, 11 de mayo de 2020

EL ABISMO

   


    Sumido en la soledad de una habitación que termina siendo todo mi universo habitable, estaba mirando a través de la ventana, a la nada, una pared tapiada directo a la nada, buscaba un alivio en algún lado, y solo tenía eso: Nada, silencio y obscuridad, y frente a mi emergía una sombra obscura que poco a poco iba dominando todo lo que tenía frente a mí, acrecentándose un abismo profundo de una obscuridad absoluta que me hacía pensar en el horizonte de sucesos de los agujeros negros, el punto de no retorno desde el cual nada puede escapar, y aquello que atraviese ese límite tiene un destino incierto en una singularidad que nadie conoce.

     El abismo tiene una fuerza atrayente a los de débil corazón, te incita a mirar su oscuridad, atrae tu mirada y al hacerlo empieza succionar lágrimas de tus ojos que empiezan a fluir a caudales como ríos en días de invierno, y la silueta de una sonrisa que apunta hacia el cielo es deformada y curvada hacia el abismo, el arco se invierte hacia él y la otrora sonrisa ahora denota tristeza, y las lágrimas succionadas de tus ojos empiezan a descender por tu mejilla, humedeciendo tu rostro, volviendo pesada tu cabeza que se inclina hacia adelante encorvando tu cuerpo, en una postura con los brazos caídos también succionados por la poderosa fuerza de atracción que la oscuridad genera, y todo el cuerpo entonces denota derrotismo, en aquella posición es más penetrante e inevitable que se vea al abismo, al terrible abismo y poco a poco su fuerza gravitatoria, va atrayéndote hacia él, hacia la nada que representa esa oscuridad, y sin que te des cuenta, vas mirando al abismo y el abismo va mirando en ti, y tu entras en el abismo y el abismo también entra en ti, hasta que estas sumergido en el, todo alrededor se ha oscurecido, ya no reconoces estar en tu habitación o en aquel lugar al que llamabas “mundo”, y entonces silencio total, todos tus sentidos quedan apagados, quedan privados de las sensaciones perceptivas que te hacían sentir vivo y solo te queda tu conciencia, atrapada en una dimensión que no tiene nada que ofrecerte más que oscuridad y silencio total y absoluto, es cuando te das cuenta que en el abismo no habita ningún monstruo ni demonio, el poder del abismo es aislarte de la realidad y sumirte en la soledad más apremiante que la cordura puede soportar, el abismo te priva de todas las capacidades perceptivas y sensoriales de tus cinco sentidos para que al final quedes atrapado tú mismo con tu peor verdugo: Tu conciencia, quien te atormenta, no existe nadie ni nada que sepa cómo atormentarte ni conozca tus peores miedos que tú mismo, ahora ya estás en la perdición, a dónde sea que mires: tinieblas; no importa cuánto grites: silencio; ni a dónde corras, no hay escapatoria, aún si pudieras huir, seria en vano, pues en este punto ya descubriste que monstruo yace en ti, el abismo solo te ha mostrado quien eres en verdad, y su sabiduría radica en que te puede atormentar mostrándote quien eres en verdad, quien es aquel a quien todos allá afuera en el mundo real deben soportar, y con quien deben lidiar, el abismo te ha mostrado quien eres, desde la perspectiva del observador absoluto, y conoces a verdadero TÚ que tanto daño hace y lastima, aquel que hace cuestionar a tus seres queridos que te vieron nacer ¿Valió la pena cuidarlo tanto?


     El abismo se acrecentaba frente a mí, sentía su oscura atracción seductora, me imaginaba un camino para llegar a esa nada, y entonces en un intento de hablarle al creador, de gritarle mi agobio y me exponga el porqué de esta farsa existencia, me respondió: La nada es todo y debe estar exento de la maldad de mi corazón, y debo abrazar a la luz que emana de la vida, pero que me niego a ver por tener la mirada en el abismo frente a mí, y no en el cielo donde destella la luz del sol, la luna y las estrellas juntas, y que mientras camine mirándolos, jamás caeré en el abismo oscuro, podré vencer su atracción sin dilación, pues la luz de todo aquello que contemplo, me sostendrá de espíritu y me hará levitar por sobre las tinieblas que no podrán ya consumirme. La luz irá a la vez purgando mi espíritu de lo que se alimenta el abismo.

     Atravieso el mar oscuro sin siquiera percatarme de su existencia, pues mi espíritu yace sujeto a la luz y a la iluminación de todo lo bueno y grandioso. Pero en mi recorrido también escucho alaridos de almas caer al abismo, a todos se les dijo que mirasen hacia la luz donde está la salvación, pero ellos necios no confiaron y soberbios caminaron y fueron absorbidos por el abismo y cayeron en su foso, fueron precipitados a la nada.

     Pero aunque mis sentimientos están purgados ya de egoísmo, aun así desisto de mirarles o también caeré, solo puedo gritarles, con toda mi voz que miran al lado equivocado, pero no puedo influir en sus corazones si ellos no están abiertos a la verdad.

    La nada, aquel abismo que al mirarlo por mucho tiempo te puede consumir, es llamado también Depresión.

 


viernes, 8 de mayo de 2020

Depurar


Escribió William Blake:
“Si las puertas de la percepción fueran depuradas, las cosas se verían para el hombre como son: infinitas.
Pero el hombre se ha recluido hasta no ver las cosas sino a través de las aberturas de su caverna”
  
    Para Blake, percibimos la realidad solo observando las sombras que se proyectan en los muros de nuestra caverna, los muros son lo que perciben nuestros cinco sentidos, pero sabemos que hay mucho más allá de lo que no vemos, oímos, o tocamos, hay más allá afuera de lo que creemos, y aun así tenemos miedo de asomar la cabeza y descubrir los misterios que se ocultan detrás de la verdad que creemos inmutable.
      ¿Cómo romper los límites que nos tienen prisioneros en una celda de las cuales no podemos ver los barrotes?: Las drogas.
       El cerebro humano filtra la realidad para no dejar pasar todas las impresiones e imágenes, las cuales son imposibles de procesar. Las drogas destruyen ese filtro, abren las puertas de la percepción, acaban con la visión limitada de la realidad que nuestros cinco sentidos nos permiten percibir, y nos hacen ver al mundo como es en realidad: Infinito.

miércoles, 6 de mayo de 2020

LLUVIA


Las lágrimas del cielo se precipitan
llora el cielo noche o día
y sus gotas colisionan contra tejados
fustos arbóreos, sobre piso, pavimento 
y secas hojas que cubren el desnudo suelo
El sonido, el chasquido es a fin de cuenta
un elixir auditivo para mi humor
nunca renegué de lluvia alguna
aunque haya dificultado alguna labor mía.
Siempre rogué al supremo arquitecto del universo
que nunca prive a su Amazonía
 de celeste agua dadora de vida
Los campos ríen, mientras el cielo llora
la lluvia es la vida de esta tierra
alimento de las verdes praderas. 

domingo, 3 de mayo de 2020

FANTASMAS Y DEMONIOS


    
   Y estoy aquí, en la obscuridad de mi habitación, tan pequeño me siento y tan abrumado por mis fantasmas que cada noche se colocan a la cabecera de mi cama para manifestarse en dudas y miedos, están allí, se apoderan de mis pensamientos y hasta paralizan mi cuerpo; brazos imaginarios me sostienen a la cama y con algún tipo de magia obscura me succionan la poca alegría remanente que pude haber obtenido durante el día, y postrado allí queda solo este saco de carne y hueso sumido en angustia y ansiedad, miedo e inseguridad, tristeza al borde de la depresión, vacíos existenciales. Cada noche alimento a esos monstruos con la poca alegría ganada a la luz del sol. Y aunque trato de luchar, me siento débil y sin vigor para hacerlo. Alguien una vez dijo que el fuerte, pone a prueba su fortaleza cuando está solo, al parecer no soy tan fuerte como creía serlo, basta con apagar la luz de mi habitación a la hora de acostarme, para que aquellos fantasmas se abalancen sobre mí, y me dejan sumido en la miseria emocional, con cuyos despojos entro en profundo sueño, sueños que difícilmente puedo recordar pues soy privado también de ese beneficio de introspección onírica, y vuelvo a despertar cada día, para tratar de recopilar alegrías en las cosas simples y complejas de mi día, aunque sé que todo ello lo perderé al ir a dormir.

    Malditos fantasmas y demonios, no tienen forma, son intangibles, son entes a los que no puedo nombrar ni ver, no puedo apuntarles con los dedos, ni apartarlos de mí por qué no están en ningún lugar, y al mismo tiempo saben siempre cómo hallarme, están aquí en este momento, mientras escribo, siento sus miradas sobre mí, sobre las palabras que voy escribiendo, les escucho reír... "Es hora de dormir", me dicen "Ofrendanos tus alegrías" me gritan, "No te mereces nada de lo que hoy lograste", me replican

    Pero sé que en algún momento deberé poner punto final a este texto, y cuando lo haga, deberé enfrentarlos nuevamente, sabré que solitario me dirigiré una batalla que siempre pierdo, nuevamente mi corazón será saqueado de la escasa alegría que aún me queda, y quedaré náufrago en el océano de la agónica tristeza que ya me resulta cotidiana, poco a poco la alegría solo va siendo una simple palabra sin significado para mí.

    Y mientras me aproximo a poner el temido punto final a esto, están ahí acechando mis fantasmas y demonios, esperando a que me duerma, todos ellos en coro cantando maléficamente:

"A DORMIR A DORMIR CON TUS OJOS ABIERTOS, A DORMIR A DORMIR CON TUS TEMORES ADENTRO, A DORMIR A DORMIR AUNQUE NO TENGAS SUEÑO"