Dónde estás tú a quien una vez le entregué el bien material más preciado
por mí, a dónde lo llevaste, cuanto daría por recuperar lo que tienes en tus
manos y un día fue mío, de cuanto sería capaz por que retorne a mí, yo su original
posesionario.
Dónde estás tú a quien encomendé mi corazón, el alma no remite reparos
en cuestionar lo ilógico.
Y estoy aquí, solo yo, en el mismo parque, grito y mi voz no es
escuchada, te envío cartas que no son respondidas, te busco y no te encuentro,
aunque soy consciente de tu cercanía, me es imposible llegar a ti, aunque se
dónde buscar, no puedo ser capaz de ir a tu lado.
De llegar junto a ti, ¿qué te diría?, y aún más, ¿cómo reaccionarias?. Te
emocionaría volver a verme, o tal vez saldrías huyendo, como cuando ves a quien
no esperabas ver más en tu vida.
Esperando lo imposible, sentado en la misma banca en donde vimos a
tantas tardes convertirse en noche estando en mutua compañía del otro, espero
ahora solitario, compartiendo nuestra banca con caminantes cansados a quienes
no conozco. Pero para mí, seguimos siendo tu y yo, los dueños auténticos,
porque tantas promesas ideas y sueños emergieron de nuestras ilusionadas
mentes, mientras juntos, permanecíamos aquí, en la misma banca, nuestro lugar
secreto. Sin tu campaña, tu mirada traviesa, tu calor, ni tus caricias, sin tu
telepatía ni tus enfados espontáneos, tus palabras sencillas, el tiempo se me
pasa volando, pero tu recuerdo es atemporal.
Aun el cielo sigue azul, la luna, el sol y las estrellas, ocupan su
respectivo lugar en el cielo, pero tú ya no ocupas el lugar en mi vida que
tanto quisiera que ocupes. Iré a donde nada me recuerde a ti, pero a donde
quiera que vaya, escucho las mismas canciones que nos acompañaban, y las mismas
cosas que eran objeto de nuestras conversaciones, y en ocasiones nuestras
discusiones. Que irónico y cómico se pone el destino para con los infelices
desafortunados.
Quisiera conocer, cuál es el límite de la tristeza y la alegría, estoy
dispuesto a cruzar esa frontera, cueste lo que cueste, no quiero más seguir
así, tampoco olvidarte, has marcado tanto mi existencia que sería como arrancar
alguna parte vital de mi ser. Aún recuerdo tu nombre, y tus más celebres
frases, tus gestos y reacciones, tus lugares preferidos, y tus ambiciones.
Que cruel es el destino, debería alejarme de las personas que han
propiciado nuestro alejamiento, aunque soy el único estúpido por haber caído en
la trampa de los envidiosos, que no aceptaban nuestra felicidad. Para mí todo
fue real, no hubo casualidad ni mentiras.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario