Ciertamente, y
sin escatimar las consecuencias de sus actos, se dijeron lo que pensaban tal
cual se sentían. Una relación, arduamente conquistada, y duramente defendida,
tras insomnio y noches de ansiedad precedidas a varios rompimientos que luego
fueron cancelados, se terminó de fisurar para siempre y de manera irremediable
lo que habíase construido entre ellos.
Un momento de
cólera y rabia, destrozó todo lo difícilmente logrado por aquellos ingenuos que
torpemente trataban de recorrer el intrincado camino del amor, sin saber
ninguno el norte, y no teniendo más que el cariño mutuo para sostener el pilar
sobre el que se sostenía su relación.
Las fuerzas
expansivas, de la energía obscura afectaba también aparentemente a la unión que
sobre ellos había, ya no bastaba el amor que sentían por el otro, cuando las
palabras iban poniéndose en medio de ellos e iban empujando a uno contra el
otro en opuesto alejamiento, nada o poco había que hacer para contrarrestar
esas fuerzas invisibles, de palabras amargas que nunca debieron ser dichas.
¿Perdón? ¿Para
qué? Si ese recurso ya había sido usado tantas veces que su efectividad fue
gastada, la confianza se había extinto hasta el punto de dudar de la sinceridad
de sus besos o la honestidad de sus caricias.
¿Qué podría
entonces unir a aquellas almas melancólicas que poco a poco iban alejándose de
entre si, adentrándose en la obscuridad de la soledad, esperando tal vez,
encontrar a otro astro gemelo sobre el cual volver a orbitar?
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