sábado, 30 de agosto de 2014

LA BÚSQUEDA DE UN RUMBO


He decidido buscar mi quintaescencia en la vida, ese elemento determinante que da un viraje radical al curso de nuestro devenir en la vida, aquella llave que abre la puerta de lo desconocido hacia un camino alternativo al curso de nuestro actual camino. La determinante, esa es la clave, y creo que a la vida de cada persona le es necesario en algún momento corregir el rumbo de su barco, tratar de luchar contra los vientos de la tormenta que nos quieren conducir a donde ni siquiera nosotros tenemos conocimiento.
Hace un tiempo había dicho que yo soy como un barco en medio del infinito océano que únicamente se deja llevar por donde el viento le mueve, mas es pertinente ser consecuente con nuestro futuro, y el futuro muchas veces significa luchar contra las fuerzas que nos quieren llevar hacia donde hasta nosotros desconocemos.
Es decir, cada día yo, al igual que la mayoría, en algún momento de su vida, debería decir: "Dios Mío, pero vaya que he estado andando sin rumbo, y dañando gente en el trascurrir de mi caminar, tal vez sea momento de corregir el curso, tal vez sea momento de trazarme una rumbo, una meta, y utilizar mi intuición como brújula en medio de este océano al que todos conocemos como LA VIDA".
Desearía a veces girar mi barco hacia atrás, recoger a alguna persona de mi pasado que merecería navegar junto a mí, coger un remo e ir más rápido y navegar en el insondable océano infinito sin jamás sentirme solo. Cuánto dolor hay en cada puerto, dejamos huellas buenas o malas en cada lugar donde anclamos el barco, y generalmente por mi necedad fueron malas, malos recuerdos tal vez para una u otra persona,
La insondable vida puede resultar tan enigmática, tal devastadora y cruel pero nunca injusta aunque la mayoría de personas creen lo contrario.
Y es que la vida no es justa ni injusta, los términos de justicia fue inventado por el ser humano, y dogmatizada por la religión.
No existe justicia, el universo no funciona por leyes abstractas como las que rigen nuestra sociedad, el universo simplemente se rige por leyes de causa efecto, y en nuestra vida, no es diferente, hacemos algo y vienen las consecuencias lógicas.
Cuando una persona percibe una injusticia, es cuando por sus actos esperaba algo que predecía sin tomar en cuenta la totalidad de las variables que intervienen en el resultado final de sus actos.
Y el ser humano, no tiene la sapiencia omnisciente para visualizar cada una de esas variables, y esa atribución únicamente le compete a Dios.
Pero sigo caminando en este mundo, sin un rumbo marcado, sin un camino definido, bajo un cielo nublado, bajo la tenue luz que oscuras nubes dejan pasar de la luna. A lo lejos, en el infinito silencio de lo desconocido, creo escuchar una voz que me grita algo, algo importante que no logro entender lo que me dice, pareciera que esa voz trata de advertirme algo, algún peligro hacia la dirección que voy. Esa es la voz de Dios, que me habla a través de la naturaleza sin que yo logre descifrar su mensaje, no soy digno de comprender lo que quiere decirme, solo soy afortunado de saber de su existencia.
Y mi barco navega aún, sin un rumbo, pero con mi lápiz y papel es momento de trazar un rumbo.
Es momento de echar de mi barco a personas y cosas que no hacen más que entorpecer mi navegación, contribuyendo a volver más pesado mi barco, y haciendo demasiado ruido como para poderme concentrar.

Llevo a bordo a personas que solo me acompañan mientras mi barco se encuentre a flote, y cuando comience a naufragar, ellos me abandonarán. No hay manera de saber por el momento quienes son aquellos oportunistas, y lastimosamente, no hay manera de ponerlos a prueba, y lastimosamente, el único escenario en que puedo hacerlo, es en el momento de la verdad.

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