– Me voy – me dijo ella.
– ¿A dónde irás? – le dije yo
– A casarme con el – me respondió.
– ¿Hablas en serio? – le pregunté
– Claro que si – me contestó.
– Pero, ¿estás segura que el es para
ti? – Le dije – Ambos sabemos que tu ni siquiera lo amas, ambos sabemos que la
lástima es lo que te hace estar con él.
– Es cierto – Me dijo sin mirarme – no
lo amo, pero sin embargo siento que el si me ama, y me gusta sentirme amada.
– Pero ¿No se supone que para casarse
deben amarse los dos?– le cuestioné.
– Es cierto – me dijo entre lágrimas –
pero al menos me siento bien a su lado, siento que no importando lo que soy,
soy importante para alguien más, nunca antes me había sentido amada, y siento
que es reconfortante para mí el sentirlo, por primera vez alguien me hace
sentir bien con poco, esperando nada de mi; pero aunque mi amor no es para él,
espero que poco a poco la lástima que por él siento ahora evolucione algún día a
un sentimiento de amor...
Se
secó las lágrimas, y miró al cielo, y sin dejar de mirarlo continuó diciéndome
– Sabes que lo nuestro es una ilusión, una
fantasía y un juego de niños, por más que yo lo quiera o yo lo desee, no me
quedaré nunca al lado tuyo, porque tú no eres para nadie, porque tú no sabes lo
que es el amor.
– El amor es solamente una palabra
–traté de explicarle– una trampa de la naturaleza para que el ser humano como
especie no se extinga, una emoción pre programada en el inconsciente y la
biología de todo ser humano, para que no dejemos de reproducirnos.... Vamos
bebé, que aquí está lo bueno, no seas necia.
– ¡No entiendes nada! – me gritó– es
mejor que sigamos por caminos diferentes.
– No puedes ser feliz a lado de quién
no quieres – Le dije.
– ¿Quieres seguir a mi lado? –
preguntó – yo creo en el matrimonio, solo debes creerlo igual que yo, y decidir
caminar a mi lado por siempre, si te decides a que nos casemos y formalmente
seamos esposos, no dudes que permaneceré por siempre a tu lado, pero debes
quererlo, debes querer ser mi esposo, y por fin madurar.
–Sabes que yo no creo en el matrimonio
– Le dije – sabes perfectamente lo que yo creo de esa farsa que trata de
legitimar en un papel lo que dos personas sienten, como si de un acuerdo contractual
se tratara.
– No me importa lo que pienses, quiero
lo que hacen todas las mujeres que aman a sus hombres – dijo ella
– Eres una tonta – le dije muy triste
– pensé que eras diferente a la mayoría, pero resultaste ser solo una más del
montón que se está dejando llevar por las absurdas tradiciones y el comportamiento
ciego de las masas.
– No importa –dijo ella – si quieres
que sigamos juntos, debemos casarnos.
– Bueno – dije sarcástico – solo me
queda desearte que seas feliz permaneciendo a su lado hasta que la muerte los
separe, y tal vez hasta te lleve flores a tu boda. Tal vez hasta me vaya a
tomarte fotos, tal vez hasta haga un brindis por ti, pero nunca me retractaré
de mis ideales.
– No puedo creer que yo no signifique
tanto para ti – me dijo.
– Te equivocas, tu significas todo
para mí – contesté furioso – pero me has
decepcionado, yo pensaba que al igual que yo, creías en el amor libre, pero no
es así, no confías en mí, no crees que yo soy capaz de dar todo por ti, no
crees en lo que siento, desconfías de mí, y por eso sientes necesidad de que un
tonto funcionario en papeles legitime lo que ya decidimos libremente, ¿quiénes
son ellos para saber lo que sentimos? ¿Quiénes para dar por formal nuestro
amor? No son nadie, y ni siquiera saben ellos lo que es amar de verdad – bajé
la mirada y apreté los puños, y la tristeza me golpeó el pecho, y luego
continué diciéndole – seguramente luego pedirás una ceremonia religiosa,
pedirás que sea la iglesia quien también dé su visto bueno... La iglesia que ilumina....
Sabes que la única iglesia que me ilumina es la que arde.
– Eres como siempre, veo que a tu lado
no podría ser feliz – dijo ella, me dio la espalda y se alejó.
– No importa, siempre me quedarán las
putas – le dije mirándola a la espalda mientras se alejaba y ella continuó
alejándose, mientras yo saqué un cigarro de mi bolsillo y lo prendí.
– Bahh – me dije – renunciar a mi
libertad por ella, cómo se le pudo ocurrir... Estoy seguro que a pesar que
estará casada, igual continuaremos con lo nuestro, no perdí nada, ese tonto
solo le dará un hogar y una familia, mientras que siempre volverá a mí a buscar
lo que solo yo le puedo dar.
Y
terminado aquel cigarrillo regresé a mi solitaria habitación a mirar sus fotos…
– Pensándolo bien, tal vez el
matrimonio sea buena idea – me hablé a mí mismo – pero no quiero hacerlo por
ahora, y si lo hago, quiero que sea con aquella de la que yo me vuelva a
enamorar en serio, tal vez si llegara la persona correcta, hasta me haría
cambiar mi manera de pensar.
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