domingo, 3 de mayo de 2020

FANTASMAS Y DEMONIOS


    
   Y estoy aquí, en la obscuridad de mi habitación, tan pequeño me siento y tan abrumado por mis fantasmas que cada noche se colocan a la cabecera de mi cama para manifestarse en dudas y miedos, están allí, se apoderan de mis pensamientos y hasta paralizan mi cuerpo; brazos imaginarios me sostienen a la cama y con algún tipo de magia obscura me succionan la poca alegría remanente que pude haber obtenido durante el día, y postrado allí queda solo este saco de carne y hueso sumido en angustia y ansiedad, miedo e inseguridad, tristeza al borde de la depresión, vacíos existenciales. Cada noche alimento a esos monstruos con la poca alegría ganada a la luz del sol. Y aunque trato de luchar, me siento débil y sin vigor para hacerlo. Alguien una vez dijo que el fuerte, pone a prueba su fortaleza cuando está solo, al parecer no soy tan fuerte como creía serlo, basta con apagar la luz de mi habitación a la hora de acostarme, para que aquellos fantasmas se abalancen sobre mí, y me dejan sumido en la miseria emocional, con cuyos despojos entro en profundo sueño, sueños que difícilmente puedo recordar pues soy privado también de ese beneficio de introspección onírica, y vuelvo a despertar cada día, para tratar de recopilar alegrías en las cosas simples y complejas de mi día, aunque sé que todo ello lo perderé al ir a dormir.

    Malditos fantasmas y demonios, no tienen forma, son intangibles, son entes a los que no puedo nombrar ni ver, no puedo apuntarles con los dedos, ni apartarlos de mí por qué no están en ningún lugar, y al mismo tiempo saben siempre cómo hallarme, están aquí en este momento, mientras escribo, siento sus miradas sobre mí, sobre las palabras que voy escribiendo, les escucho reír... "Es hora de dormir", me dicen "Ofrendanos tus alegrías" me gritan, "No te mereces nada de lo que hoy lograste", me replican

    Pero sé que en algún momento deberé poner punto final a este texto, y cuando lo haga, deberé enfrentarlos nuevamente, sabré que solitario me dirigiré una batalla que siempre pierdo, nuevamente mi corazón será saqueado de la escasa alegría que aún me queda, y quedaré náufrago en el océano de la agónica tristeza que ya me resulta cotidiana, poco a poco la alegría solo va siendo una simple palabra sin significado para mí.

    Y mientras me aproximo a poner el temido punto final a esto, están ahí acechando mis fantasmas y demonios, esperando a que me duerma, todos ellos en coro cantando maléficamente:

"A DORMIR A DORMIR CON TUS OJOS ABIERTOS, A DORMIR A DORMIR CON TUS TEMORES ADENTRO, A DORMIR A DORMIR AUNQUE NO TENGAS SUEÑO"

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