Aún recuerdo las coincidencias
ilógicas que conllevaron a que nuestros destinos errantes se entrecruzaran y
enlazaran llenando de luz a dos almas sombrías y difusas, pero a mi pesar más
aún recuerdo aquellos ilógicos malentendidos que causaron nuestro
distanciamiento y el socavamiento de lo que entre nosotros habíamos construido
día a día durante el tiempo en que fuimos felices sin saberlo con nuestra mutua
compañía.
En especial, hay una canción que
me hace recordarle, y a pesar de que la canción en cuestión es de un género
musical con el que no simpatizo (soy un ferviente rocker), no pude evitar
asociar esas melodías a su persona, y ahora, en cada fiesta o evento a donde
asisto, al ser puesta esa canción, mi mente comienza a proyectar recuerdos en
donde se convierte en mi principal protagonista. Y la nostalgia me embargaba, a
punto de destruir mi ánimo. Y me desanimaba con mucha facilidad y con una
frecuencia tan patológica que todo perdió color para mí, este mundo adquirió para
mí un matiz grisáceo, dejando que sea la tristeza quien se apoderara e imperara
en todo mi ser, siendo la única que
ocupara el lugar de la soledad. Mi alma lloraba por dentro mientras reía por
fuera.
Era una contradicción, amarnos y
no hablarnos, que entre nosotros hayamos erigido una pared insondable que nos
mantenía aislados del otro, tiempo y distancia, tiempo y
distancia....tiempo.... y distancia...
Pero cuando uno ama
incondicionalmente, el tiempo y la distancia son solo dos variables
inverosímiles y carentes de significado, pues solo basta una palabra suya para
salvar nuestro día y elevar nuestro ánimo hasta la cercanía de las estrellas.
Una palabra del ser amado puede
tener el mismo impacto a veces que una palabra dicha por el mismo Jesucristo.
"Una palabra tuya bastará
para salvarme", solía escuchar en la iglesia, y nunca pude desenmarañar el
sentido de esta frase, ¿cómo podría solamente una palabra salvar?, no lo
entendía, era imposible, ilógico para mí... Hasta el día en que me llegó un mensaje
suyo donde solamente escribía esto: "Hola".
Una sola palabra dicha por esa
persona que ocupa nuestra mente y alma, a pesar de que el tiempo y las
circunstancias crearon una cárcava que se fue convirtiendo en un abismo
insondable entre nosotros, puede tener tanto impacto que aunque sea solo
escrito, es capaz de hacernos sobresaltar del sillón, forjar una gran sonrisa,
y dar sentido a lo que nos queda del día para alegrarnos y disfrutar de sus
palabras.
Y el contraste grisáceo de mi
entorno, con su sola palabra, se fue matizando con el colorido del arcoíris.
A veces uno camina en la
oscuridad de la penumbra, por calles iluminadas por reflectores dorados, con
nuestros pensamientos evocando el recuerdo de un nombre, un rostro, sus gestos,
el vibrar de su voz, su mirada, su sonrisa, y vamos, sin quererlo, casi
instintivamente sonriendo, mientras damos pasos por las veredas de calles
turbulentas en ciudades agitadas, esos recuerdos se convierten en el escape, en
proyecciones mentales que nos llevan a momentos y lugares paralelos con vívidas
emociones reales que nos hacen desear vivir eternamente sumergidos en esos
recuerdos, y que esta realidad sea relegada a quedar eternamente sepultada en
el olvido. La felicidad momentánea, nostálgica e ilusoria a la vez, como cuando
estamos en el frío de la noche y uno imagina que la luna llena del firmamento
es el sol, e imaginamos que la luna nos llenará de calor.
Así eres tú – repito en mí mismo – aún eres mi
recuerdo más preciado, aún escucho tu voz en el silencio, como un eco que
retumba en mis pensamientos, aún eres mi variable inamovible, mi constante, mi
común denominador, tu nombre es tan placentero el repetirlo una y otra vez, una
adicción sublime sumirme en un solo pensamiento que llena la inmensidad de mi
universo interior.
Una sola palabra dicha en el
momento inesperado puede ser capaz de destruir el muro de rencor y orgullos
levantado entre nosotros, una sola palabra fue capaz de demoler hasta sus
cimientos toda esa pared levantada con ladrillos de rencor, resentimiento,
desconfianza, tristeza, frialdad, orgullo, ego, y malos recuerdos.
“Hey tú, si tú, aún conservas el poder que sobre mí dejé que ejercieras”
Su sola palabra me hizo
nuevamente sentir que estábamos tan cerca otra vez, como aquellos días en que
pasábamos el día recorriendo la ciudad y los campos sobre dos ruedas, con la
brisa del amanecer en las mañanas, la caricia del sol al medio día, y el baño
de estrellas al anochecer.
Sus palabras, sus recuerdos, aún
mantienen el poder que tenían sobre mí, capaces de doblegar mi alma sea cual
sea la posición de mi cuerpo, aún mantiene el poder de alterar positivamente mi
estado de ánimo con solamente escribirme un "Hola", una palabra,
cuatro letras, insignificante viniendo de cualquiera, pero proviniendo de quien
aún ocupa un lugar en mis sueños, esa palabra se convierte en el sol que
desvanece la oscuridad, en el fuego que combate el invierno, en la voz que
grita en el desierto, en la lluvia que reverdece los campos, en el brazo que me
da la mano, cuando sobre el suelo y en fondo del abismo me hallo decaído,
vencido y aplastado por sentimientos agobiantes. Una palabra suya bastó para
salvarme, y quedé sorprendido por la violencia con que un simple mensaje suyo
arrasó con toda mi tristeza.
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