jueves, 9 de junio de 2016

LA CARTA SECRETA



Hoy volví a leer la carta que nunca te envié, y me embargó la tristeza de nunca haber tenido la oportunidad de decirte lo que ahí te escribí, lamento que nunca te haya dicho lo que sinceramente yo sentía por ti.
En mi pesar yo, cada tarde me sentaba en la orilla del río creando historias en mi imaginación sobre nuestro ficticio romance, sueños ingenuos de niños donde salíamos por las calles cogidos de las manos, y nos sentábamos en el mirador internalizando la magia de ese paisaje, tu mirada cómplice mirando la mía, sonriendo al ver tus carnosos labios rosados que moría por besar, chocar nuestros labios, y que la colisión de un beso se convirtiera en todo para nosotros. La vida mágica que mi mente enamorada forjaba, y nunca se llegaría a materializar.
¿En qué circunstancias lo escribí?
Era un día en que el sol volvía a asomarse tras un cielo nublado, cuando los rayos del sol bañaban mi cabello, emocionado por el privilegio de existir, estaba gozando de lo sublime del enamoramiento platónico, que pluma en mano, me dediqué a escribirte lo más bello que entonces me embargaba el alma, y no pude contenerme, y no pude resistir, hacerte protagonista de uno de aquellos escritos de para entonces memorable momento.
Mi alma se encontró en total regocijo y serenidad, absorbí lo  más sublime de la naturaleza y lo natural, la música de las aguas del río corriendo, el canto alegre del sin fin de aves que se posaban sobre las copas de los árboles sobre mi cabeza, el suave susurrar de la brisa del viento, el olor agradable del suelo boscoso que con su olor a humedad perfumaba el aire, junto a los aromas liberados por las flores que se mezclaban y excitaban de sobremanera a mi olfato, el mágico paisaje que deleitaba a mi vista, con sus colores intensos naturales  cual oleo vivo, la frescura del ambiente, las cálidas caricias del sol. Todos mis sentidos fueron estimulados para llevarme a un trance inspirador, y mi alma, embargado por ese hermoso sentimiento de enamorado, me llenó de alegría y serenidad, mis pensamientos comenzaron a volar, a soñar, tuve ganas de registrarlo todo, tu imagen y tu nombre protagonizaban mi imaginación, tu sonrisa tus ojos eran imágenes vividas en mi recuerdo, y entonces mi mano cogió lápiz y papel, y comencé a escribir, a redactar, a plasmar sobre ese papel todo lo que tu significabas para mí, como un autómata, venía a mi mano dibujar líneas y palabras, frases y oraciones, párrafos y finalmente una carta donde dejé plasmado una parte importante de mi alma.
Inconscientemente escribía, y fue la parte más pura de mi ser quien se encargó de escribirte por mí. Las cosas e ideas surgían, y cuando me embargaban ideas sublimes, quería dejar registro de todo, las palabras iban fluyendo, estaba en total trance, llenaba páginas tras páginas, todo lo demás perdió foco para mí, los elementos estimulaban a mis sentidos y mis sentidos estimulados, más mi alma enamorada, abrieron las puertas de mi alma, y mi alma liberó su parte espiritual, que era captada por mi lápiz y plasmada sobre ese papel.
Te escribí la mejor carta del Mundo, la más emotiva y lo mejor que pude haber escrito en mi vida, y pasado el tiempo, volví a ser consiente, regrese en mí, y vi la carta terminada frente a mí.
¿Qué sucedió? pensé para mí, y mire a las hojas llenas de palabras, y los comencé a leer. Fue lo mejor que había hecho en mi vida, cada palabra rebosaba de sinceridad y pasión. Por un momento creí que era imposible que haya salido de mí, y que demasiado largo como para que alguien lo leyera sin aburrirse, pero no importaba estaba ahí hecho ya, Tu carta.

Quise entregártelo pero nunca tuve el valor, porque ya tu corazón estaba ocupado en amar a alguien más, y esa carta la guardé, tal como había surgido de mí, con los borrones y trazos errantes de ese momento de inspiración en que surgió.

Lo volví a leer, esa carta, sobre un arrugado papel y manchas de tinta, ideas convertidas en palabras, y palabras plasmadas sobre aquel amarillento papel, me sentía tan inspirado en ese entonces, lleno de versos y poesía,  que me sería imposible volver a escribir una carta con semejante intensidad y emotividad con la que lo hice, teniéndote a ti en la base de mis pensamientos. Quise entregártelo, pero ya hay una barrera entre nosotros dos difícil de cruzar, la barrera del tiempo separados por distancia, y en tu caso, aunque estuvieras cerca, ya estarías fuera de mi alcance,  alguien conquistó el corazón que no pude conquistar yo.

Aún la guardo, en ese baúl de caoba, donde yacen las cosas materiales más preciadas por mi, protegido por una mica. Aun no sé si algún día llegará a su destinatario original. Tal vez nunca lo haga, tal vez algún día hasta llegue a quemarlo convirtiéndolo en gas y cenizas, arrastrados por el viento hacia el olvido, como los interminables "te amo" dirigidos a ti y que ese viento también se los llevó a sepultarlo en la nada.

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