Oh la felicidad,
que término tan abstracto y que concepto tan ambiguo es, algo que todo el mundo
busca, de cuya posesión nadie ostenta, aquel que lo tiene no es consciente de
tenerlo, y solo es consciente de ello, luego que se le ha esfumado. La
felicidad es un todo, una suma de elementos, pero, hay personas que
erróneamente, piensan que un camino para hallarlo, es mediante la persecución y
la satisfacción de los placeres que la vida puede ofrecer. Esas personas que
buscan por sobre encima de todo, la satisfacción del placer como determinante
de su felicidad, son ahora desde ni punto de vista, patéticos, pero a pesar de
eso los compadezco, porque fui uno de ellos.
Me dijeron una vez:
<<No puede ser malo lo que te hace sentir bien>>. Y me lance al
libertinaje y a buscar experimentar los mayores placeres que en vida, cuerpo y
alma se es capaz de percibir, no midiendo las consecuencias, ignorando los límites
y descarrilando la cordura. Al inicio todo era bueno y bello, volaba en la
nubes, me extasiaba la lujuria, divagaba en el infinito, cuestionaba la verdad,
abrazaba la anarquía, y gozaba del libre albedrío, pero por alguna razón
inexplicable no era feliz, mi alma se sentía vacía, no importando cuanto
disfrute alcanzara, mi sed de más nunca quedaba saciada; entonces yo intensificaba mi búsqueda de más sensaciones
placenteras y extasiastes, y aunque incrementaba la intensidad, las dosis, y el
desenfreno a límites peligrosos, me di cuenta que no era más que un caminante
en el desierto que al beber el agua de un espejismo no dejaba de sentirse
sediento, era solo un iluso que perseguía al sol, era un soñador buscando el
arcoíris.
Luego de haber
estado en lo más alto de la montaña rusa, estaba ahora en el abismo de la
desesperación, la soledad y el vacío gritando dentro mío, el silencio era
ensordecedor, la oscuridad tan fría y tenebrosa, mi habitación era mi fría
celda que me mantenía en mi fantasía, de la que no quería salir, el mundo era
tan extraño para mí, asomar la cabeza y ver personas que no vivian de placeres
y que llevaban una vida sin miseria interior, me hizo sentir estúpido y tonto.
¡¡¡MALDICIÓN!!! –
Me decía – Tal vez me he equivocado de camino, quizás todos han recorrido el
sendero que yo me negué a seguir, ¿y si los consejos de tantos muchos que no
quise escuchar estaban en lo cierto?, ¿será posible que mi ego no me permitió
ver la verdad que todos sabían?, ¿acaso su cobardía y temeridad a lo desconocido
estaba justificado por su sentido común de autoprotección emocional?
Y así como la noche
es oscura antes del amanecer, así el sufrimiento es más intenso antes de la
revelación de la verdad que tiempla el alma, y la verdad comenzó a emerger desde
mi interior, dando fe de que siempre tuve todas las respuestas, que siempre me
negué a buscarlas dentro de mí, y erróneamente lo buscaba en el exterior, y de
maneras estúpidas. Y comencé a ver mi vida en retrospectiva, a ver que el
pasado ya no me pertenece, y no debo aferrarme a él, y pude al final encontrar
esas respuestas.
Hay personas que
son tan vacías que buscan con placer llenar el vacío que hay dentro de si,
personas solitarias, que faltos de afecto buscan con sexo compensar su falta de
amor, en drogas su falta de afecto. Esas personas se vuelven más infelices,
pero a la larga terminan convirtiéndose en mejores personas, porque el
sufrimiento y el dolor les enseña a empatizar y a valorar más a cada ser humano
de sus vidas.
Comprendí que no
era bueno hacer algo me haga sentir bien si después de experimentarlos mis
experiencias posteriores quedaban denigradas y no me permitían sentirme bien. A
veces por tener placeres momentáneos intensos sacrifiqué mi bienestar
posterior.
Descubrí que felicidad no está en efímeros
placeres, y que tampoco es consecuencia de buena suerte sino de sabias decisiones
y un poco de coraje para arriesgarnos a perseguir nuestros sueños, realizando
cosas de las que no tenemos la seguridad de si funcionarán o no. Para cada
hazaña, cada ser humano tiene siempre dos posibilidades, una donde todo puede
salir mal, la otra donde todo puede salir bien. Y hasta una tercera donde todo
puede salir exponencialmente mejor de lo esperado y hasta una consecuencia
colateral no esperada pero muy gratificante. Es mejor entonces a veces
arriesgarme a quedarme en la pasividad y luego especular en mi mente qué
hubiera acontecido si habría dado el paso. Caer es una opción, rendirse es
imposible, he ahí algo de la felicidad, la conquista de los sueños.
William Blake
escribió, <<El camino del exceso conduce al palacio de la
sabiduría>>. Por consiguiente al haberme excedido en la búsqueda de
placeres, es que adquirí parte de la sabiduría más sublime de la vida, el haber
aprendido que el placer verdadero, el auténtico y perdurable es simplemente la
ausencia del dolor, el amor hacia uno mismo.
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