viernes, 11 de septiembre de 2020

SET Y OTIS

 


Set era un Joven catalogable como Normal, tenía pocos amigos pero los tenía, también sus breves momentos de locura, ansioso de cambiar al mundo, y crítico con la sociedad actual y moderna, deseoso de lograr nobles objetivos para la humanidad, hijo dedicado, estudiante promedio, amigo leal, solía salir a caminar a veces en solitario o con sus amigos a quienes les platicaba sobre sus ideas, sueños y pensamientos, a veces de madrugada solía hablar con ellos sobre cosas sin sentido y mundanas, tenía sus grupos musicales favoritos de los que compartía con sus conocidos, y tenía además su pequeña mascota, un perrito llamado Otis, su amigo animal que solía intuir su estado de ánimo, el único amigo al que al hablarle le mostraba su completa atención y que guardaba silencio, eso hacía de Otis, un amigo único para él.

Pero Set tenía un secreto que a nadie contaba, que no se atrevía a contar ni siquiera a sus amigos, ni a sus mejores amigos, ni a su familia, pero que sin embargo, solo Otis conocía… Set podía hablar con fantasmas. Y para Set no era una experiencia aterradora como las películas de terror lo hacen ver, o las historias que sobre esos sucesos se suelen contar, revistiéndoles de un aura de maldad, tenebrosidad y oscuridad que atemoriza a los corazones débiles de los seres humanos, quienes fácilmente se atemorizan por aquello que no logran entender. Para Set era como tener un tipo diferente de amigos, si tenía amigos humanos como él, si tenía a Otis un animalito sensible, podría también tener como amigos a espectros que había descubierto, no pueden hacerle daño, ni el a ellos.

Pero fantasmas, eso era aterrador para cualquiera, su familia con devoción religiosa hablaría de exorcismo, y sus amigos lo tacharían de loco, y sus vecinos, algunos supersticiosos, tal vez le considerarían como alguna especie de Brujo.

Ese era el motivo por el que Set guardaba eso en secreto, sabiendo que sus amigos y conocidos incluidos sus familiares, tomarían aquello como una locura por parte suya, y por tanto a él como Loco, Set entendía que ese secreto debía mantenerlo con él. Pero Otis, si lo sabía, pues las veces en que Set hablaba con algún fantasma, su perro estaba junto a él, como si Otis también sintiera y viera la presencia de aquella manifestación espectral, y como si también pudiera escuchar todo lo que hablaba set con esos fantasmas.

Aquellas presencias no eran hostiles, eran solo almas que vagaban por la tierra sin destino ni rumbo, anhelando tener algún tipo de comunicación con algún ser humano vivo. Raras veces lo lograban, y cuando lograban manifestarse ante una persona, ésta, aterrada e invadida por el miedo, el terror y el pánico, huía y hacía lo posible por apartarse de aquella aparición o manifestación, dejando a aquel espectro sin poder decir lo que tuviera que decir. Es la maldición que tienen los fantasmas, de vez en cuando poder hacer que su presencia sea notada por los vivos, pero que los vivos por el miedo hacia lo sobrenatural los rechacen.

Set, sin embargo, era alguien que no se sentía atemorizado por esas presencias, le daba curiosidad, y tan pronto una de esas presencias lograba manifestarse ante él, él estaba ahí, tranquilo, dispuesto a escuchar lo que tengan que decirle, y Otis, que no tenía prejuicios de ningún tipo, y que confiaba en el buen juicio de su amo de no considerar hostil a esos seres que el todo tiempo veía rondando por todos lados, estaba ahí junto a él, para acompañarle en esas extrañas entrevistas, donde cualquier otro, hubiera huido espantado con la cara pálida, o en su defecto, hubiera caído desmayado con espuma en la boca.

Set, a diferencia de lo que se imaginaba, los fantasmas no le decían profecías ni le revelaban secretos de tesoros escondidos, ni siquiera le pedían que se vengara por ellos por algún ultraje que alguien aún vivo les hizo. Todos en común, le decían que ellas estaban en la tierra como castigo, no se les permitía entrar al cielo, ni estar en el infierno, estar en la tierra como espectros era el purgatorio, rondar la tierra en soledad sin poder comunicarse con nadie, solo siendo espectadores de la vida de los vivos pero sin poder ser parte de ellas, era una maldición por no haber sido lo suficientemente buenos, ni suficientemente malos en vida.

Le decían a Set que viva su vida al máximo, que si el supiera el suplicio al que han sido condenadas todas ellas, el mismo se sentiría afortunado de pertenecer al mundo de los vivos, y tener la oportunidad de hacer las cosas bien, para que una vez muerto, el creador le otorgue a su espíritu un destino mejor al que tiene un espectro que ronda sin sentido en la tierra.

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