No hay tiempo
para precaución, es momento de actuar, pues allá en algún lugar de nuestras
tres dimensiones, seremos salvados, por quien esperas ver cada día al
despertar, quien esperas ya no se desvanezca cada día al dejar de soñar, te
devuelva la fantasía de volver a vivir, de escapar de la realidad y jamás
regresar, mientras hoy cuando espasmos últimos das en la rabia que estalla de
tu mirada, no hay quien te coja en brazos y te diga lo que en el cielo observas
nostálgico, lo que nos espera allá a la distancia inconmensurable, allá donde
los misterios nunca acaban de acontecer, lejano donde ya nada puede morir,
hasta donde las tristezas solo son trivialidades.
A donde
escapaste que no hay camino que te traiga de regreso, acaso la noche ha borrado
el camino de retorno, o tal vez tus lágrimas han inundado el sendero de la
salvación, quizás ahogado a la razón, donde las luciérnagas reposan sobre un
cadáver que desfalleció de tanto existir, de tanto tribular, a donde el tiempo
ha llegado a un punto muerto, hundido en abstractos aconteceres en una turbia
mente de ilusas pretensiones, acabándose la esperanza, canibalizándose a sí
misma, destruyendo el cimiento sobre el que reposa, cayendo hacia el foso de
aquella muerte libertaria, huyendo del opresor omnisciente, te cuestionas si es
acaso la vida solo es la manifestación de la voluntad un opresor universal,
quien subjetivamente te enseña el lado luminoso de la verdad, pero te oculta el
lado oscuro de las cosas, lo que hay detrás de la verdad, puro, objetivo, nada
abstracto, todo claro, como las perlas de unos ojos que alguna vez viste
llorar, que alguna vez fueron el crisol de una tristeza inminente, dos astros incandescentes
pero compactos en un rostro inmaculado, el sendero que se dibuja desde esos
ojos por el rastro que siguen los ríos que se alimentan de las lágrimas hacia
los labios que llevan la vida, el elixir que fue capaz de destruir hasta los
cimientos aquello que oprime los sentimientos agobiantes, obscuros que amenazan
con aniquilar lo poco de existencia que ahora has encontrado en las largas y
solitarias noches inundado de fantasmagóricos seres monstruosos que emergen de
una realidad existente en una dimensión desconocida, confusa, paralela de
nocivas influencias, de negativas energías, son siete las veces que has luchado
diariamente durante los 21 días y 500 noches en que has combatido a las fuerzas
de tu mismo ser.
Y una voz habló,
el poema acabó, el amor va muriendo poco a poco, ya jamás podrás revivir los
placeres del ayer, porque en el mar de olvido ya todo quedó, las estrellas,
siempre ellas, brillantes, en la lejanía del desierto interestelar, abrazan una
luna solitaria en ese firmamento, y entrando en ese mundo de recuerdos, habita
solamente el espectro de quien una vez estuvo ahí, ahora solo queda su sombra,
sobre aquella tumba yacen solo restos de lo que fue, solo los ecos de su voz,
solo los decadentes k1vestigios de algo que fue tan grande como el azul del
firmamento, y ahora caminando solamente a través del tiempo voy hacia adelante,
no hay manera de retroceder, emprendido el camino ha sido, no hay a donde
retroceder, rendirse es imposible.
Ahora solo
perderme en la dulzura de su voz, del eco de su voz, aun retumbando en el
recuerdo, desvaneciéndose en el olvido como la niebla, en las tinieblas hay
algo, destellos de luz en la obscuridad, hay sentimientos reclusos en un
corazón roto, esperanzas que van muriendo, hay cosas que se pierden y no
entiendes un porqué, sentimientos muertos en un alma lastimado, quien fue
alguna vez un caballero ahora se va convirtiendo en un fantasma, tu peor y tu
más oscuro fantasma.
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