Hey hermano, con quien una vez
firmamos un pacto de sangre, traicionada por beligerancias ambiguas, tú con
quien juntos exploramos las cadenas de nuestro mundo, con quien nos aventuramos
a ser pioneros de paradigmas, y con quién me atrevía a poner a prueba la
verdad, donde está la luz de los sueños
que, a la sombra de unos arbustos, sobre el suave asiento de las rocas, el
rechinante sonido abrigante del rio, juntos tejimos el sendero de sueños y
visiones amparados por el celeste cielo de Pangoa, y con el auspicio de la
imaginación catalizada a mil.
¿A dónde fueron esos aires de
querer llegar sobre dos ejes al canal que divide dos océanos?.
Las ansias de volar junto a aves,
quedaron truncadas por tu afán de solo volar en tu imaginación, mientras que yo
era el sueño que luchaba por tocar la realidad.
Yo os diré donde esos sueños
están, se encuentran en el mismo lugar en que emergieron, en esa misma orilla,
en ese mismo aire que liberamos cuando vivimos felices aquellos momentos
previos a la desesperación, en esa pipa que fue causa del hundimiento de lo
juntos logrado, mientras yo emergía en esta vida, a ti te jalaba hasta el fondo
del océano de la decadencia. Te veo hundir pero aun sin tocar el fondo,
mientras no lo toques, habrá esperanza de resurgimiento, pero sea uno o lo
otro, ya nada será lo mismo, el tiempo y la distancia, erosionará cada vez más,
la brecha que nos mantiene separados, llegando a ser a medida que el tiempo
corre, un abismo infranqueable.
Eh, Tú, hermano, caballeros y fantasmas,
eso es lo que me dijiste aquella última vez, no lo entendí entonces, ahora lo
entiendo, caballeros fuimos mutuamente mientras nuestros destinos estaban
entrelazados, ahora que caminamos por caminos que van a destinos diferentes,
somos fantasma mutuos en el recuerdo del otro.
Fue bueno tener una última vez,
pero lo malo fue, el saber que nunca más se repetirán. Vale
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