El ruido de la soledad es más ensordecedor que cualquier
otro ruido, un ruido que grita desde lo profundo de nuestra alma y nos
desespera. Asi como el amor, la soledad muchas veces nos empuja a realizar
cosas impensables a locuras desmedidas, a acciones deliberadas, inexorablemente
desenfrenadas. El miedo a la soledad, nació de haber amado tanto.
Que curioso, yo siempre estuve solo, siempre me
sentí bien estándolo, sumido en mis propios pensamientos, que fluían como un
río de rebosante frescura, arrebolado, en paz conmigo mismo, dedicándome a ser
feliz haciendo lo que me gustaba. Sin embargo, aunque era consiente de estarlo,
yo nunca me sentí solo, porque sentía en mí, una autosuficiencia imperturbable,
y con el tiempo eso me volvió arrogante.
Siempre estuve solo, pero desde que me enamoré y me
destrozaron el corazón, nunca me había sentido solo, que gran diferencia, que
el amor cause una revolución interna en nosotros, no hay fuerza más poderosa
que impulse a los hombres a hacer cosas ignorando a la razón, a fin de cuentas
nunca dejamos de ser humanos, el amor, cuando es verdadero, pone nuestra
capacidad de raciocinio en cero, el amor lo determina todo.
Cuanto daría por volver a sentir sus labios, aunque
sé que me lastimaría como siempre lo hizo, no me importaría el hacerlo, eso es
a lo que me refiero, podría volver a lugares donde podríamos cruzarnos, podría
ir a su casa, preguntar referencias suyas a sus amigos, podría usar todo mi
ingenio para saber nuevamente de sus vida, pero me detiene el miedo a salir
lastimado, aun así, estaría dispuesto a hacerlo.
Pero estoy solo, y a pesar de ser consiente de
estarlo, el sentimiento de soledad es imponente, siento que la soledad me apabulla, que me
pone su pesada bota de plomo en la garganta y presiona fuerte, asfixiándome,
matándome poco a poco, y en mi desesperación, cometo estupideces, buscando no
estarlo, huir de ella, nuevamente cayendo en la insana práctica de buscar
placeres temporales al paso, que lejos de llenar el vacío, siento que
acrecienta el vacío que hay en mi, que me hundo más y más, a pesar que soy
quien lo busca, no hallo satisfacción en ello, me hundo más, siento que me he
fallado a mí mismo, frustrado de ya no sentir el amor que recibía de esa única
persona con quien me sentía feliz, ya no encuentro la dicha de permanecer al
lado de alguien luego de calmar mis deseos, sino por el contrario, me embargan
urgentes ganas de salir corriendo de allí lo más rápido posible, huir sin mirar
atrás... otra vez, lastimando personas, ¿cuántas ya van? Siento que arderé en
el infierno por eso, o peor aún, siento que cuando el karma me las cobre, su
puño será despiadadamente desolador.
Discúlpame, yo no quería hacer daño a nadie, yo solamente quería pasarla bien.¿Qué me respondería entonces?
Aquí no cuentan tus intenciones, sino las lágrimas que por tu causa fueron vertidas.
Si llegar a ser felices es tan difícil, espero que la felicidad final, valga todo lo que debemos pasar hasta alcanzarla.
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