jueves, 1 de mayo de 2014

MI CONSTANTE RECURRENCIA A MENTIR

No se cómo lo hacía, simplemente llegar a convencerme de seguir a su lado, es que se sujetó de mi lado más débil, de aquel punto donde negarme es imposible, es que jamás pude decir no a una de sus tristes miradas necesitadas de calor, ante eso, yo siempre me sentí culpable de ver sufrir a un ser vivo si era yo la causa de su sufrimiento. Ella al llegar a ser en mi vida algo más que un ser vivo cualquiera, al haberse convertido en alguien muy especial para mí, ni siquiera era capaz de negarle una sonrisa y un beso cuando estaba a su lado.
Con ella aprendí muchas cosas, no solo a querer, sino que también a mentir. Aprendí a comprender mejor a los demás varones. A su lado aprendí a ser un mentiroso más, con ella, me convertí en eso que más odian las mujeres. A su lado, me convertí en lo que juré nunca convertirme, me volví a los ojos de ellas en un canalla, en un rompecorazones, en un aventurero. Cualquiera puede mentir, pero solo los astutos logran que crean sus mentiras. Ea pues que mi gran aprendizaje no consistió en el saber mentir, sino en hacer creíbles mis mentiras.
Y si decía falsedades con ella, nunca fue porque yo deseaba hacerlo, sino porque ella no quería aceptar la verdad. Pero también tuvo algo de culpa, porque desde un inicio ella me idealizaba como el típico patán del que sus amigas siempre le contaron.
Me veía como el típico mentiroso aun cuando yo ni tenía intenciones de serlo, ni aun cuando no tenía idea de cómo serlo.
Comenzó a creyendo que yo era como todos, un mentiroso, cuando en realidad simplemente era yo mismo, alguien sincero que solo se dejaba llevar por su corazón, sus sentimientos y su amor idealizado.
Y siempre me trató con una consigna en mente, la consigna de que yo era como todos, que yo era igual a los tipos como los que lastimaron a sus amigas. Jamás se detuvo a razonar y pensar hasta qué punto puede ser cierto una cosa, o hasta qué punto puede ser verdad la fachada que solo pueden ver nuestros ojos.
Pero sus celos injustificados hicieron que yo tratara de disimular cada aspecto de mí y de mi círculo que potencialmente podría provocarle un ataque de celos, porque sino luego me la terminaría pasando mal. Así que gracias a ella, comencé a disimular, y de mis errores iba aprendiendo, y muy pronto las disimulaciones se volvieron tan sofisticadas, que llegué a un punto en donde me di cuenta de que ya había llegado más allá del mero disimulo, ahora ya inventaba cosas, tantas que sin querer me había comenzado a crear realidades para pintárselas a ella, porque ella solo me dejaba tranquilo, siempre y cuando le hacía escuchar lo que ella quería escuchar.
Y por cada mentira que ella no me creía, iba aprendiendo a mentir más y más.
Yo siempre me esmere en ser lo más sincero posible, pero era en vano, porque me di cuenta que la sinceridad no ayuda cuando uno necesita calmar sus deseos sexuales que llegan cada día a atormentarnos cuando queremos seguir el camino de la abstinencia. Y la abstinencia puede llegar a ser tan tormentosa como un panal de abejas atormentándonos las 24 horas. El sexo es una necesidad innata en la biología del ser humano, y que se pudra CARLOS CUAUHTÉMOC en su "JUVENTUD EN ÉXTASIS", ciertamente no comparto la realidad excesiva, ridícula y estúpidamente idealizada que tiene ese autor respecto al sexo. Los placeres si son saciados con responsabilidad no tienen nada de malo.
Es mi naturaleza como el ser sexual que soy, (y que todos somos), el buscar el desfogue hormonal mediante el ritual sexual.
Pero lastimosamente al tener que lidiar con el inconveniente de que las mujeres a parte de solo sexo busquen adicionalmente (huácala!!!) el amor, es que aprendí que debo hacer uso de los artificios enemigos de la verdad para conseguirlos.
En realidad que soy sincero al afirmar  que si ellas también la buscaran tan desesperadamente el placer como nosotros y sin tantas cohibiciones ni ataduras morales anticuadas, nosotros los varones no tendríamos necesidad de recargar nuestras funciones cerebrales inventando tantas mentiras para que ellas accedan a disfrutar de nuestra naturaleza sexual. Si no fuera porque ellas son de venus y nosotros de marte, no habría necesidad de tantas mentiras.
Ellas nos obligan a ser mentirosos, ellas con su cínico puritanismo y su más aún cínico  pudor hace que hombres como nosotros nos veamos obligados a inventarnos mentiras cursis pero eficaces que a ellas les encanta oír, tales como:
·         Yo por ti bajaría las estrellas.
·         En ti encontré el (huácala!!!) verdadero amor.
·         Eres la única.
·         Contigo quiero casarme pero más adelante aún, cuando nuestra solvencia económica nos lo permita.
·         Sea cual sea la posición de mi cuerpo, mi alma ante ti está de rodillas.
·         Si hay otra mujer en mi vida a la que amaré, quiero que esa mujer sea nuestra hija.

Me vienen a la mente dos frases del pionero de las mentiras sistemáticas: El Dr. Joseph Goebbels, ministro de propaganda del Führer Adolfo Hitler, quien a pesar de la aparente crudeza de sus palabras, nadie con sensato juicio crítico, podrá negar la veracidad de esas palabras, ya que usando sistemáticamente los axiomas propagandísticos que este brillante hombre propuso (si también era un criminal). La verdad que su influencia es tan grade que gracias a el somos víctimas de la mercadotecnia comercial, ya que la forma de hacer publicidad que a diario quiere vaciarnos los bolsillos en cosas que no necesitamos, fue creada por este señor, solo que para fines políticos y doctrinales. Bien aquí las citas: de Goebbels:

“Miente miente que algo queda”
Y también
“Mientras más grande sea la mentira, más gente la creerá”
Uhmmm… me parece interesante.
Y bueno, cuando la mentira es atractiva, y al estar ellas en su mundo de romanticismo, se tragan las palabras que adornadas como les gustan, les decimos al oído. Si, luego ellas nos dicen que todos nosotros somos iguales, nosotros también deberíamos decirles: “¡¡¡es que todas ustedes son tan diferentes a nosotros!!!”.
Ni hablar, si yo fuera un ser asexual o tal vez gay, creo que sería honesto con todas ellas, las sabría apreciar como personas, y por la belleza que seguramente todas llevan muy dentro de sí (sus hermosas entrañas, hígados, intestinos, riñones), pero son por mis hormonas por las que me dejo llevar, y en verdad que todo hombre sabe que es una tarea harto difícil hacer frente a nuestros instintos más primitivos, y debo confesarlo, soy alguien muy débil para controlar mi parte más animal, apenas puedo controlarme al no violarme a cada mujer despampanante que miran mis ojos, apenas puedo evitar que mi mirada siga a cada mujer hermosa que veo caminar, como si su figura llevara un poderoso imán cuyo magnetismo obligara a mis ojos a mirarla... Soy vulnerable de la evolución, no puedo evitar apreciar la belleza femenina. No puedo no mirar alguien físicamente hermosa.
Por cierto ¿Se dieron que solo las chicas feas critican a las chicas hermosas?. ¿Será por envidia?. No sé la mayoría de hombres, pero yo solo busco una mujer que tenga un gran corazón.
Por eso siempre he dicho que lo importante en una mujer, es que tenga un gran corazón
En la mujer la belleza es como una rosa, no importa que tan hermosa sea, con el tiempo se marchitará. Eso no hará que deje de mirarlas, y de ser posible de ir tras ellas, antes que se marchiten.
Ella siempre supo esa debilidad mía, mi parte animal no podía competir con su parte más humana, y lo nuestro estaba predestinado desde el inicio al fracaso, ella se merece algo mejor que yo, yo soy tal cual ella me lo dice, para mí todo entra por mis ojos, pero qué puedo hacer yo, si esa es mi naturaleza como varón, y al menos si en algo puedo serle sincero, es en eso.
No puedo luchar contra mi parte más oscura, busco sexo donde ellas buscan amor, el amor para mi es algo por ahora un concepto abstracto, a pesar que de vez en cuando me pongo a escribir sobre el amor de una mera fantasía mía (que son muchas).
Puede que haya una herida en mi corazón que me haya vuelto insensible a enamorarme, puede tal vez que me haya vuelto un niñato, tal vez sea alguien inmaduro aún, si el hedonismo es síntoma de inmadurez, que pena por las que buscan algo más que sexo en mí, porque yo no busco otra cosa, no puedo dar otra cosa, y lo único que puedo dar adicionalmente es mi amistad. Perdónenme por no ser como quisieran que las mujeres sean, pero no pueden juzgarme sin comprender nuestra naturaleza de varones.
Es fácil para las mujeres decir cómo deberíamos ser los varones, de criticarnos por nuestra naturaleza tan superficial, así como a mí me es fácil criticarlas por cómo son, tan cohibidas, tan románticas, tan idealistas con el amor, pensando constantemente en el amor puro, sincero y fiel hasta la muerte, al estilo Shakesperiano.
Al fin de cuentas, concluyo que en mi caso, llegaría a enamorarme de una mujer que comprendiera que no puedo ser como ellas quisieran que sea. En resumidas cuentas solo hay dos posibilidades, para enamorarme: 1) Debo conocer a una chica liberal como yo, o 2) Debo madurar más aún… Aunque creo que siendo tal impredecible como soy, me atrevería a apostar que lo único que necesito es conocer a la persona ideal, la persona adecuada, mi media naranja perdida, para que tire por los suelos todo lo que en esta entrada acabo de escribir. Pero por el momento soy una víctima de mis deseos. Y mis deseos son fuertes.

“Quienes reprimen su deseo son aquellos cuyo deseo es bastante débil para poder ser reprimido”  William Blake

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