No se cómo lo
hacía, simplemente llegar a convencerme de seguir a su lado, es que se sujetó
de mi lado más débil, de aquel punto donde negarme es imposible, es que jamás
pude decir no a una de sus tristes miradas necesitadas de calor, ante eso, yo
siempre me sentí culpable de ver sufrir a un ser vivo si era yo la causa de su
sufrimiento. Ella al llegar a ser en mi vida algo más que un ser vivo
cualquiera, al haberse convertido en alguien muy especial para mí, ni siquiera
era capaz de negarle una sonrisa y un beso cuando estaba a su lado.
Con ella aprendí
muchas cosas, no solo a querer, sino que también a mentir. Aprendí a comprender
mejor a los demás varones. A su lado aprendí a ser un mentiroso más, con ella,
me convertí en eso que más odian las mujeres. A su lado, me convertí en lo que
juré nunca convertirme, me volví a los ojos de ellas en un canalla, en un
rompecorazones, en un aventurero. Cualquiera puede mentir, pero solo los
astutos logran que crean sus mentiras. Ea pues que mi gran aprendizaje no
consistió en el saber mentir, sino en hacer creíbles mis mentiras.
Y si decía
falsedades con ella, nunca fue porque yo deseaba hacerlo, sino porque ella no
quería aceptar la verdad. Pero también tuvo algo de culpa, porque desde un
inicio ella me idealizaba como el típico patán del que sus amigas siempre le
contaron.
Me veía como el
típico mentiroso aun cuando yo ni tenía intenciones de serlo, ni aun cuando no
tenía idea de cómo serlo.
Comenzó a
creyendo que yo era como todos, un mentiroso, cuando en realidad simplemente
era yo mismo, alguien sincero que solo se dejaba llevar por su corazón, sus
sentimientos y su amor idealizado.
Y siempre me
trató con una consigna en mente, la consigna de que yo era como todos, que yo
era igual a los tipos como los que lastimaron a sus amigas. Jamás se detuvo a
razonar y pensar hasta qué punto puede ser cierto una cosa, o hasta qué punto
puede ser verdad la fachada que solo pueden ver nuestros ojos.
Pero sus celos
injustificados hicieron que yo tratara de disimular cada aspecto de mí y de mi
círculo que potencialmente podría provocarle un ataque de celos, porque sino
luego me la terminaría pasando mal. Así que gracias a ella, comencé a
disimular, y de mis errores iba aprendiendo, y muy pronto las disimulaciones se
volvieron tan sofisticadas, que llegué a un punto en donde me di cuenta de que
ya había llegado más allá del mero disimulo, ahora ya inventaba cosas, tantas
que sin querer me había comenzado a crear realidades para pintárselas a ella,
porque ella solo me dejaba tranquilo, siempre y cuando le hacía escuchar lo que
ella quería escuchar.
Y por cada
mentira que ella no me creía, iba aprendiendo a mentir más y más.
Yo siempre me
esmere en ser lo más sincero posible, pero era en vano, porque me di cuenta que
la sinceridad no ayuda cuando uno necesita calmar sus deseos sexuales que
llegan cada día a atormentarnos cuando queremos seguir el camino de la
abstinencia. Y la abstinencia puede llegar a ser tan tormentosa como un panal
de abejas atormentándonos las 24 horas. El sexo es una necesidad innata en la
biología del ser humano, y que se pudra CARLOS CUAUHTÉMOC en su "JUVENTUD
EN ÉXTASIS", ciertamente no comparto la realidad excesiva, ridícula y
estúpidamente idealizada que tiene ese autor respecto al sexo. Los placeres si
son saciados con responsabilidad no tienen nada de malo.
Es mi naturaleza
como el ser sexual que soy, (y que todos somos), el buscar el desfogue hormonal
mediante el ritual sexual.
Pero
lastimosamente al tener que lidiar con el inconveniente de que las mujeres a
parte de solo sexo busquen adicionalmente (huácala!!!) el amor, es que aprendí
que debo hacer uso de los artificios enemigos de la verdad para conseguirlos.
En realidad que
soy sincero al afirmar que si ellas
también la buscaran tan desesperadamente el placer como nosotros y sin tantas
cohibiciones ni ataduras morales anticuadas, nosotros los varones no tendríamos
necesidad de recargar nuestras funciones cerebrales inventando tantas mentiras
para que ellas accedan a disfrutar de nuestra naturaleza sexual. Si no fuera
porque ellas son de venus y nosotros de marte, no habría necesidad de tantas
mentiras.
Ellas nos
obligan a ser mentirosos, ellas con su cínico puritanismo y su más aún
cínico pudor hace que hombres como
nosotros nos veamos obligados a inventarnos mentiras cursis pero eficaces que a
ellas les encanta oír, tales como:
·
Yo por ti bajaría las
estrellas.
·
En ti encontré el (huácala!!!)
verdadero amor.
·
Eres la única.
·
Contigo quiero casarme pero más
adelante aún, cuando nuestra solvencia económica nos lo permita.
·
Sea cual sea la posición de mi
cuerpo, mi alma ante ti está de rodillas.
·
Si hay otra mujer en mi vida a
la que amaré, quiero que esa mujer sea nuestra hija.
Me vienen a la
mente dos frases del pionero de las mentiras sistemáticas: El Dr. Joseph
Goebbels, ministro de propaganda del Führer Adolfo Hitler, quien a pesar de la
aparente crudeza de sus palabras, nadie con sensato juicio crítico, podrá negar
la veracidad de esas palabras, ya que usando sistemáticamente los axiomas
propagandísticos que este brillante hombre propuso (si también era un
criminal). La verdad que su influencia es tan grade que gracias a el somos
víctimas de la mercadotecnia comercial, ya que la forma de hacer publicidad que
a diario quiere vaciarnos los bolsillos en cosas que no necesitamos, fue creada
por este señor, solo que para fines políticos y doctrinales. Bien aquí las
citas: de Goebbels:
“Miente miente que algo
queda”
Y también
“Mientras más grande sea la
mentira, más gente la creerá”
Uhmmm… me parece
interesante.
Y bueno, cuando
la mentira es atractiva, y al estar ellas en su mundo de romanticismo, se
tragan las palabras que adornadas como les gustan, les decimos al oído. Si,
luego ellas nos dicen que todos nosotros somos iguales, nosotros también
deberíamos decirles: “¡¡¡es que todas
ustedes son tan diferentes a nosotros!!!”.
Ni hablar, si yo
fuera un ser asexual o tal vez gay, creo que sería honesto con todas ellas, las
sabría apreciar como personas, y por la belleza que seguramente todas llevan
muy dentro de sí (sus hermosas entrañas, hígados, intestinos, riñones), pero
son por mis hormonas por las que me dejo llevar, y en verdad que todo hombre
sabe que es una tarea harto difícil hacer frente a nuestros instintos más
primitivos, y debo confesarlo, soy alguien muy débil para controlar mi parte
más animal, apenas puedo controlarme al no violarme a cada mujer despampanante
que miran mis ojos, apenas puedo evitar que mi mirada siga a cada mujer hermosa
que veo caminar, como si su figura llevara un poderoso imán cuyo magnetismo
obligara a mis ojos a mirarla... Soy vulnerable de la evolución, no puedo
evitar apreciar la belleza femenina. No puedo no mirar alguien físicamente
hermosa.
Por cierto ¿Se
dieron que solo las chicas feas critican a las chicas hermosas?. ¿Será por
envidia?. No sé la mayoría de hombres, pero yo solo busco una mujer que tenga
un gran corazón.
 |
Por eso siempre he dicho que lo importante en una mujer, es que tenga un gran corazón |
En la mujer la
belleza es como una rosa, no importa que tan hermosa sea, con el tiempo se
marchitará. Eso no hará que deje de mirarlas, y de ser posible de ir tras
ellas, antes que se marchiten.
Ella siempre
supo esa debilidad mía, mi parte animal no podía competir con su parte más
humana, y lo nuestro estaba predestinado desde el inicio al fracaso, ella se
merece algo mejor que yo, yo soy tal cual ella me lo dice, para mí todo entra
por mis ojos, pero qué puedo hacer yo, si esa es mi naturaleza como varón, y al
menos si en algo puedo serle sincero, es en eso.
No puedo luchar
contra mi parte más oscura, busco sexo donde ellas buscan amor, el amor para mi
es algo por ahora un concepto abstracto, a pesar que de vez en cuando me pongo
a escribir sobre el amor de una mera fantasía mía (que son muchas).
Puede que haya
una herida en mi corazón que me haya vuelto insensible a enamorarme, puede tal
vez que me haya vuelto un niñato, tal vez sea alguien inmaduro aún, si el
hedonismo es síntoma de inmadurez, que pena por las que buscan algo más que
sexo en mí, porque yo no busco otra cosa, no puedo dar otra cosa, y lo único
que puedo dar adicionalmente es mi amistad. Perdónenme por no ser como
quisieran que las mujeres sean, pero no pueden juzgarme sin comprender nuestra
naturaleza de varones.
Es fácil para
las mujeres decir cómo deberíamos ser los varones, de criticarnos por nuestra
naturaleza tan superficial, así como a mí me es fácil criticarlas por cómo son,
tan cohibidas, tan románticas, tan idealistas con el amor, pensando
constantemente en el amor puro, sincero y fiel hasta la muerte, al estilo
Shakesperiano.
Al fin de
cuentas, concluyo que en mi caso, llegaría a enamorarme de una mujer que
comprendiera que no puedo ser como ellas quisieran que sea. En resumidas
cuentas solo hay dos posibilidades, para enamorarme: 1) Debo conocer a una
chica liberal como yo, o 2) Debo madurar más aún… Aunque creo que siendo tal
impredecible como soy, me atrevería a apostar que lo único que necesito es
conocer a la persona ideal, la persona adecuada, mi media naranja perdida, para
que tire por los suelos todo lo que en esta entrada acabo de escribir. Pero por
el momento soy una víctima de mis deseos. Y mis deseos son fuertes.
“Quienes reprimen su deseo
son aquellos cuyo deseo es bastante débil para poder ser reprimido” William Blake