Tengo miedo
de jugar con el destino, el destino es un traidor, es un malvado agente secreto
que siempre frustra mis planes cuando por anticipado divulgo mis intenciones
con terceras personas.
Creo que
no soy el único que piensa así, ya que implícitamente las personas hacen
alusión a esa verdad cuando mencionan que “las
cosas mejor planeadas no salen bien, y que las cosas que salen de la
espontaneidad, salen mejor que cualquier cosa planeada anteriormente.”, el
destino se encarga de arruinar lo que se planea a largo plazo.
Tal vez
el destino no quiere que vivamos en libre albedrío, sino que quiere que
dancemos a su ritmo, quiere que caminemos siempre por el sendero que ya fue
trazado.
Por eso
arruina los planes de la mayoría.
Ahora, yo
no sé si solamente es la percepción de las personas el ver que sus planes no
salen como debieran, o si la causa de que todo les salga mal es su
premeditación de querer planear todo tan superficialmente sin tomar en cuenta
las variables más determinantes, que pueden dar un viraje muy radical al camino
trazado.
Sea cual
fuera la causa de todo, he logrado descubrir a base de muchas frustraciones de
mis planes, de que si mantengo en el mayor secreto a mis intenciones, saldré
airoso, mientras que si a son de bombos y platillos divulgo lo que pienso
hacer, todo me sale exactamente de cabeza, nada sale como debiera, y encima,
cargo sobre mí el peso de las burlas de aquellas personas infaltables que
celebran cada caída mía, como si yo con todo mi ímpetu fuera un necio, mientras
que ellos terminan siendo los sabios que nunca son escuchados con su típico “TE
LO DIJE”, aunque su supuesta sabiduría, resida en su posición de cobardes y
pasivos espectadores que no se atreven a salir de su monotonía. Debo lidiar con
ellos, cada día de mi vida, aunque sé que es inevitable coexistir con ellos.
Cuando yo
deseo hacer algo, digamos un viaje, y tengo todo presupuestado, todo mi tour
trazado, todas mis fechas programadas, y se los cuento a todos mis amigos, mis
conocidos, a modo de alarde sobre ese plan mio, al final termina ocurriendo un
percance salido del momento, a última hora, que me obliga a abandonar lo
planificado con cautela.
Obviamente
nadie puede preveer, (a menos que tenga una bola de cristal) el futuro, pero
digo, esos imprevistos precisamente se me cruzan siempre y casualmente cada vez
que comento a más de uno lo que tenía pensado hacer.
Mientras
que, si solo mantengo para mí lo que quiero hacer, aquella variable que
modifica todo, nunca aparece y nada ocurre, y todo sucede, transcurre sin ningún
tipo de inconveniente, según mis planes, y es para mi mucho más gratificante
alardear con las personas, con cualquier persona de hecho, sobre lo que yo he
realizado, hasta me puedo dar el lujo explayarme en exagerar detalles para
impresionar más, porque lo que ya pasé, ya viví, no cambiará, y es en momentos
asi, cuando me siento felíz de que el pasado, ya no pueda ser cambiado… Repito
solo en momentos así.
Es por
eso que pocas veces cuento lo que quiero hacer, si pienso viajar o si pienso
postular a otro trabajo, o si pienso conquistar a tal o cual chica, o si pienso
comprar tal o cual cosa, o conocer tal o cual lugar. Solo cuando ya sepa que es
inevitable cualquier tipo de postergación, soy capáz de comentarlo con alguien
pero muy discretamente, ya que como dije anteriormente, no me gusta provocar al
destino, quien quiera que ese destino sea, o sea cual sea su naturaleza, o sea
Dios el que está detrás de todo.
Simplemente
no es mi voluntad el provocarlo, no retarlo, es que ya saben yo podría tenerlo
todo muy calculadamente planificado, pero de la nada puede aparecer
repentinamente y a último momento, digamos un suceso externo que escapa de mi
control y de mi imaginación, digamos como un accidente, un asalto, una distracción
femenina, la muerte de algún familiar, un golpe de estado, un terremoto, un
ataque terrorista, una guerra nuclear, un ataque zombie, el inicio del
apocalipsis, y todo quedará drásticamente alterado, y yo pobremente, terminaré
siendo una víctima más de mi alardeo antes de tiempo.
Por eso,
siempre planeo y ejecuto mis cosas con la mayor discreción posible, no es que
le tema a cualquier persona o me esté escondiendo de alguien, sino que temo
provocar a ese destino; y no es que sea supersticioso, ya que yo me baso a mi
propia experiencia, a mis observaciones, y a mis pruebas experimentales, diría
casi sin miedo a equivocarme, que hasta lo he demostrado casi científicamente,
es decir elaboré algo asi como una investigación cuantitativa básica (asi es
porque determinaría la cantidad de veces en que todo me sale de acuerdo al plan
según haga una previa divulgación de mis intenciones), luego elaboré mi
hipótesis, Diseñé mi prueba experimental, Experimenté, Observé, aprobé o
rechazé mi hipótesis, interpreté mi resultado y finalmente concluí lo que
concluí: Que el destino es un Troll, el troll mas troll de los trollers.
Obviamente
este experimento nunca lo he documentado, así que nunca esperen un informe
escrito de lo que hice, todo lo hice mentalmente, y documentado en mi memoria,
aunque no me importaría si alguien quisiera citarme en una investigación seria
al respecto. Vale.
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