domingo, 29 de septiembre de 2019

EN LA TORMENTA


    Estigmas y agrietas mi alma, cuando el cielo me quiere mostrar su colorido azul de medio día, ensombreces mi espíritu y la felicidad cegada queda, abres la puerta a la melancolía y las compuertas de mis ojos quedan también abiertas, inundando mi rostro de las lágrimas que represadas estaban, y que ahora sin cesar fluyen como la sangre de una herida del corazón abierto, y todo lo que no puedo ver, es lo bello que es el mundo, siento que soy un pequeño barco que poco a poco va hundiéndose en medio de una tormenta , en el mar de aflicciones sin nadie que le socorriese, hundiéndose por el peso de un pasado que se niega a soltar, prefiriendo aferrarse a recuerdos que nunca ya jamás volverán, gritando auxilio a toda voz, pidiendo urgente un rescate que parece nunca llegar, haciendo que el drama del hundimiento quede opacado por la inmensidad de la tempestad.

    Se escucha desde algún lugar algunas tenues voces que dicen: “Todo estará bien”, pero que no dan más que esperanza, voces que solo instan a resistir esperando algún milagro, algún suceso o divino hecho que hará que todo lo cambie, mas todo esto que me causas, trae consigo la sanación de un espíritu que se ahogaba en silencio, pues solo cuando ya se está a punto de perderlo todo, viene la verdadera revelación:
“Nadie va a venir a salvarte, debes salvarte a ti mismo”
    Y solo cuando entendí eso, solté el lastre pasado, y lloré y comprendí y entendí, que debía llorar, gritar para despertar del sueño en que me hallaba, reaccionar de la ilusión en que moría día a día sin saber cómo salir, pero lo hice, y luego de eso, al fin todo se despejó, la tristeza se desvaneció, el gris entorno recuperó todo el colorido hermoso, y nuevamente al alzar la mirada, pude ver el azul cielo y apreciar su belleza; tomé mi cámara y capturé la escena, fotografié mi momento de triunfo.



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