Hay asuntos que están poco a poco comenzando a fraguar en mi cabeza como
un juego psicológico en donde ella y yo nos distanciaremos definitivamente
hasta colapsar en un evento de ruptura definitiva e irreconciliable. Yo siempre
tuve la cabeza en su lugar, mientras ella, como cualquier mujer, se dejó llevar
por sus emociones, y eso la hizo muy vulnerable, mientras yo, aunque fui
herido, solo tuve un irrisorio rasguño comparado a lo que ella sufrió.
No se puede hablar de amor cuando hubo aventura. Sí, creo que nada lo
podría definir mejor, como cuando uno espera ver salir el sol y se da cuenta
que es medianoche, y debe conformarse solo con la ilusión de una luna llena,
que aunque ilumina tenuemente con su luz, es incapaz de darnos el calor que uno
necesita en una fría noche, pero al menos brilla, y nos da un poco de luz, un
poco de esperanza en las tinieblas, aunque nunca con el calor que un sol
radiante daría. Tal vez eso vio en mí, solo la esperanza de un querer, pero sin
la calidez del verdadero amor.
¿Amor? eso es mucho pedir. Cualquiera puede tener a una chica, pero amor,
el amor sí que es otra cosa, y cómo esperaban tener mi amor, si es que nadie
hasta ahora hizo lo suficiente como para conquistarme.
Mi propia naturaleza al igual que mi corazón es muy difícil y exigente,
no se enamora fácilmente, y hasta ahora no ha habido ninguna mujer que se lo
merezca, nadie hizo lo suficiente como para conquistarme, fui siempre yo el que
trataba de salvar la relación, renunciando a lo que yo quería por tratar de
mantenerla(s) feliz a ella(s), pero yo no podía dejar de ser yo mismo
eternamente, y el personaje que fingía para quedar bien se hartaría de hacerlo,
y al final emergía, y parecía no gustar a ninguna… y todo se convertía en un
círculo vicioso que cada día iba matando el amor poco a poco, nadie pensaba en mí,
sino desde su propio punto de vista. Querían cambiarme, como si yo no fuera lo
suficientemente razonable como para no saber hacerlo yo mismo. Nunca me ha
gustado que quieran cambiar mis hábitos y vicios que tanto disfruto. Les decía:
“Así me conociste, debiste aceptar mi lado oscuro cuando decidiste
permanecer a mi lado”
Sin embargo me decía:
“Que deja el cigarro,
no tomes gaseosas, que deja la marihuana, deja a tus amigos, quédate solo
conmigo, pasa tiempo solo conmigo”
Decía que no trataba de cambiarme, que solo yo podría hacerlo, pero sin
embargo ella insistía en hacerlo.
Solo amaré a aquella persona que me acepte como soy, no en vano me
muestro a ellas como soy en el fondo, les cuento mis defectos para que se hagan
un panorama de mi, para que no se sientan sorprendidas cuando me vean hacerlo,
les doy la oportunidad de huir antes de continuar, y si deciden continuar se
supone que me aceptan como soy, y yo solo amaré a la que no intente cambiarme,
a la que no me diga qué hacer ni qué no hacer.
En una ocasión una con las que estaba, fue conmigo a orillas de un río,
y yo me antoje en prender un cigarrillo, y ella bruscamente lo arrancó de mis
labios lo rompió y lo tiró al río, solo le recriminé, y saque el segundo que
llevaba, y no pensé que lo volvería a hacer, sin embargo me lo volvió a quitar
de los labios y lo arrojó al río. Desde ese momento me di cuenta que esa no me
aceptaba como soy, ese detalle en apariencia insignificante, me mostró lo
posesiva que era, me mostró que siempre y con la excusa de querer ayudarme,
siempre trataría de manipular mi vida, desde ese momento crucial, decidí que
solo estaría con ella el tiempo que durara, y de ahí nada más, de ahí rompería
todo contacto. Yo nunca la pretendí cambiar a nadie, tampoco lo haría con ella,
así que mejor me iría, esperando hallar a quien me aceptara como soy.
Pero era en vano, nadie lo entendía, me veían tal vez como a un niño a
quien necesitan educar, cuando en realidad el niño jamás deseaba crecer. Y el
poco amor que pudo haber habido (si es que hubo), lo iban matando con su terco
y egoísta afán de querer “ayudarme”.
Aunque no las culpo, porque su naturaleza era así, su instinto materno
de querer proteger a un descarrilado así les hacía actuar… En realidad era la
culpa mía, por pensar que renunciando a mí mismo podía ser feliz. Hasta ahora
nadie fue para mí, ni yo para nadie. Todo lo que hubo entre ellas y yo, murió,
y que bueno, porque no había futuro. Excepto tal vez en una, a la que amé hace
mucho tiempo, y a quién ya perdí, y para siempre, la verdad que Dios me enseñó
que hasta el amor verdadero se puede ir lejos, en verdad que muy muy lejos,
hasta hacerse inalcanzable, al menos mientras yo viva.
El mundo no es muy tolerante ni amable con los enamorados, por eso
prefiero la cautela antes de enamorarme, y soy cauteloso con las aventuras. ¿Y
si me enamoro?, he ahí el dilema por que no sabría qué hacer.
Emocionalmente me conozco muy poco dado mi imprevisibilidad, lo admito;
y en cada mujer que veo, veo a una potencial candidata al "amor de mi
vida", pero eso me hace temer enamorarme de la equivocada, y que al final
resulte que solo era un mero capricho, cuando en realidad estaba enamorado de
otra persona.
Eso conlleva inherentemente a la infidelidad producto de insatisfacción
que puedo sentir ante aquella de la que creí que me enamoré, lo que significa
que no importando lo mucho que esa persona llegue a quererme, nunca será capaz
de hacerme feliz. Tengo miedo de amar a quien a la larga me vuelva adicto a su
cariño y a su presencia. Temo ser presa fácil de una voluntad cruel,
manipuladora y oportunista. Las cosas no siempre suceden como uno espera, pero
si llegase a suceder espero que la providencia sea compasiva ante un alma tan
ingenua, inocente y noble como la mía. No creo merecerme eso, ya que en mi vida
jamás he hecho daño a nadie, al menos no intencionalmente.
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