No
tengo ganas de escribirte sinceramente, eres tan narcisista que pareciera que
quisieras jugar como siempre, o no sabes aún qué es lo que quieres, y en tu indecisión
buscas en otras personas encontrar lo que no sabes lo que quieres, vas por diferentes
caminos, sin un rumbo fijo esperando encontrar ese algo que te satisfaga, y
mientras lo haces vas por ahí lastimando los corazones de cada persona a quien
utilizaste para probar si ese alguien en cuestión satisfacía tus expectativas,
pero cada vez te sentiste más decepcionado, porque nadie te llenaba porque
nadie lograba darte la felicidad a largo plazo; el placer y el lívido solo era
temporal, aunque intenso, nunca iba más allá que un leve momento, y continuabas
tu búsqueda, hiriendo, ensuciando camas, vendiendo esperanzas y destruyendo
ilusiones de cuanto iluso se cruzaba en tu camino, sin embargo en tu caminar
ibas caminando más y más lejos, tomando más y más riesgos, y cuando te diste
cuenta, notaste que por más personas que ibas conociendo, tu soledad se iba
acrecentando, tu infelicidad aumentaba exponencialmente a medida que el tiempo
corría sin cesar, y cada día, por más brillante que el sol resplandeciera, era
tan oscuro para ti, para tu alma y sin embargo tu hambre de más nunca se iba,
habías caído en un círculo vicioso, en una adicción de querer buscar más y más
personas al paso para satisfacer esos inherentes deseos de poseer a quien sea,
buscabas a alguien quien llenara el vacío dentro de ti.
Cuantas
veces te oí decir que necesitabas alguien a quien amar, y que una voz oscura te
decía que no dejaras de buscar, pero sin embargo algo en ti, una voz diferente,
mencionaba que buscabas en el lugar equivocado, que tal vez ya pudiste haber
hallado a la persona ideal, pero que por tanto tiempo, cegado por la búsqueda
de una ilusiones y placeres temporales, habías dejado a esa persona fuera de tu
campo visual. Y es entonces que comenzaste a recapacitar, volviste a echar un
vistazo alrededor tuyo para ver de quien se trataba. Y cuando al fin te diste
cuenta, cuando por fin decidiste escuchar la voz de tu corazón, cuando al fin
abriste los ojos y levantaste la mirada para reconocer a quien por tanto tiempo
había estado junto a ti, muy a tu sombra y muy silenciosamente apoyándote y sin
nunca abandonarte, te das con lo que temías tanto. El tiempo es el peor enemigo
de un sentimiento, hasta del amor, y cuando te diste cuenta, esa persona, de
tanto esperar que al fin te dieras cuenta, al no ver satisfechas sus
necesidades de atención de parte tuya, le creció tanto una necesidad de esa
atención y afecto, que cedió ante la primera persona que la hiciera sentir
importante, encontró alguien a quien amar que al mismo tiempo la amara recíprocamente.
Habías estado buscando en lugares equivocados y con personas equivocadas, que
solo eran una cortina de humo que no te permitía ver al amor que siempre
durante tanto tiempo estuvo esperando por ti. Pero, según aprendiste a costa de
dolor, todo tiene su límite, hasta la paciencia, y pues, por tu necedad
nuevamente quedaste solo, a esa persona la habías perdido, y volverías a mirar
alrededor tuyo para ver si podía haber alguien más, y no había nadie más. De
vuelta a tus viejas andanzas, a continuar en tu búsqueda del amor a través de
placeres momentáneos con personas al paso. Tal vez por azar encuentres a quien
necesitas amar.