miércoles, 23 de septiembre de 2015

E

No tengo ganas de salir ni escribir, todo es pensar en ti, nada sofoca este vacío dentro de mí, este sentimiento paralizante no me permite vivir, me ahorca la garganta cuando quiero reír, me recuerda al tiempo pasado en que junto a ti lo tuve todo y fui feliz. Extraño todo, extraño mucho.
Extraño esos días en que íbamos juntos al cine, a la última fila, y bajo las coderas secretamente tomarnos de las manos, extraño esas miradas cómplices de vez en cuando, mirarte a los ojos cuando mirabas los míos, dejar que exploraras dentro de mi alma, en una sala llena de desconocidos, ajenos a lo que vivíamos los dos; y que aprovechando la escena adecuada de la película, darnos un veloz beso sin generar mayores sospechas, ocultos por la oscuridad, nuestra cómplice silenciosa. Extraño esas nostálgicas tardes, en que no importaba que película ver si la pasábamos juntos. No importaba la hora, éramos compañeros de juegos, compañeros de tardes y amantes de noche. Ahora que ya no estás, no hay sentido ir a ese cine.

A pesar de que siempre hay gente alrededor, te extraño solo a ti. Me doy cuenta que la soledad es estar rodeado de personas extrañando solo a una.